El peronismo en su laberinto

Continuando con su disolución como expresión política, el peronismo reordena su grilla de candidatos de acuerdo al deseo presidencial. Ya no hay decisiones propias ni estrategias.

Cinco precandidatos presidenciales y una docena para gobernador bonaerense parecen demasiado porque, además, serán imposibles de combinar en las primarias si se permite que los postulantes a intendentes puedan asociar sus nombres al de todos los de los otros tramos de las boletas.

Durante un acto por cadena nacional desde Chaco, Cristina Kirchner pidió una autodepuración de las candidaturas en el oficialismo y el PJ entró en uno de sus clásicos hervideros preelectorales, aunque por ahora nadie bajó sus pretensiones.

La mayoría, como es de manual, va a negociar su futuro hasta que el dedo presidencial defina o pretenda definir la interna. En la provincia de Buenos Aires, el último gran paracaídista fue el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien parece correr con la venia presidencial, aunque también hay otros postulantes de comprobada fidelidad K como Julián Domínguez y Diego Bossio.

«Dos precandidatos a presidente y dos a gobernador» es el designio de Cristina, según fuentes partidarias aunque habrá que ver si es factible de llevar a cabo. Los voceros sugirieron que buscará potenciar a Florencio Randazzo contra Scioli.

El gobernador bonaerense es el vehículo más visible para la continuidad del «modelo», pero su encumbramiento también significaría su muerte porque encarna un estilo político completamente opuesto al suyo.

Scioli ya cuenta con el apoyo mayoritario del PJ pero intuye la jugada. Por su lado comenzó a jugar fichas en la sucesión en Buenos Aires a favor de un vetado Fernando Espinoza -sugestivamente ascendido por Marcelo Tinelli en la comisión directiva de San Lorenzo-. Además, por ahora mantiene su cobertura sobre el denostado Martín Insaurralde.

El cabildo cierra en un mes y medio con el plazo de candidaturas para las PASO