A fines de 2014 el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) informó que en el último año se había disparado el uso de la tarjeta de crédito para adquirir productos de la canasta básica.
“Si compramos el pan y la mermelada en cuotas, algo no está bien”, advirtió el economista Jorge Colina, perteneciente a ese Instituto en relación a la conducta de los consumidores argentinos en relación con la inflación. En lo que va de 2015, la tendencia parece acentuarse y aumentan los que optan por apelar al plástico no ya para hacer un pago, sino en 3.
Según datos que difundió Tarjeta Naranja, las ventas con tres cuotas sin interés (o en 6, 9 y 12 pagos con financiación) alcanzaron en febrero $ 675 millones en supermercados, $ 44 millones en estaciones de servicio, $ 42 millones en farmacias, $ 17 millones en librería, $ 6 millones en carnicerías y verdulerías, $ 5 millones en hamburguesas, bares, pizzerías y lomiterías, $ 4,3 millones en almacenes, despensas y autoservicios, $ 1 millón en cines y $ 371.000 en florerías.
Leonel Sist, gerente de TuAlacena, consultado por el diario El Cronista, asegura que la tendencia es comprar en cuotas para financiarse: «La gente no se fija tanto si tiene o no interés: En 2012 con $ 1.300 te comprabas una canasta de 80 productos, hoy con esa plata sólo se puede comprar la mitad».
Gustavo Perilli, socio de AMF Economía advierte que, desde una visión pesimista, esto puede responder a una insuficiencia de poder adquisitivo, porque el ingreso no estaría alcanzando para financiar el consumo diario: «Pero como la mora del crédito con tarjetas no está aumentando, esta posibilidad pierde asidero. Simplemente podría devenir de las virtudes del crédito y de su aporte en la expansión del ingreso. Las familias podrían estar adelantando consumos y ahorros, anticipándose a un 2016 más tórrido ante la posibilidad potencial de un ajuste económico de shock, especialmente si desembarca en Hipólito Yrigoyen 250 el equipo económico de Mauricio Macri».
En tanto, el representante legal de Consumidores Libres, Héctor Polino, opina que “los consumidores sólo pagan en cuotas porque creen que es conveniente en un país con altos porcentajes de inflación, pero en realidad se trata de un engaño. Por ejemplo, cuando una persona busca comprar un bien, ya sea un electrodoméstico, una bicicleta, ropa o un mueble, la mayoría de las veces se encuentra con varios precios: de lista, de contado y en 12 cuotas».
Colina, de Idesa, analiza que por la alta inflación “aparecen los problemas para llegar a fin de mes y surgen datos de que la gente está empezando a pagar alimentos con tarjeta y en cuotas”.
“El que paga con tarjeta en un solo pago es porque quiere llevar un control, pero el que lleva en cuotas es porque no le está alcanzando el salario”, explicó.