Algunos expertos habían criticado la maniobra de giro. Sin embargo el piloto del avión de Air Asia debió tomar una decisión crucial: o el río o los edificios cercanos.
El accidente aéreo de ayer en Taiwán, del que ya se han contabilizado una treintena de víctimas mortales, podría haber sido una tragedia aún mayor. Tras sufrir un fallo nada más despegar del aeropuerto de Songshan, en pleno centro de Taipéi, el avión perdió altura e iba directo a estrellarse contra los edificios de las pobladas zonas de los alrededores. Pero el piloto dio un giro brusco al aparato y siguió el curso del río Keelung (Jilong), donde finalmente cayó tras impactar su ala contra el puente de una autopista.
Este jueves, los expertos en aviación y los medios taiwaneses coinciden en que su actuación fue decisiva para impedir una catástrofe y lo califican de «héroe». «Gracias por salvar a Taipéi», titula el periódico «Apple», que destaca que «el piloto Liao Chien-tsung se las arregló para evitar los edificios altos y encontrar un sitio donde estrellarse sobre el río con el fin de evitar víctimas. Esta decisión, que tomó en un instante, salvó numerosas vidas en tierra».
La que no puedo salvar, en cambio, fue la suya, ya que el piloto y el copiloto fallecieron en el siniestro. «Basándonos en la ruta del vuelo, el piloto se desvió y trató de evitar obstáculos. Aparentemente, hizo un esfuerzo consciente para evitar más víctimas innecesarias efectuando un aterrizaje de emergencia en el río. Fue un movimiento muy valiente», explicó a la agencia France Presse el analista aéreo Daniel Tsang.
A sus 42 años, Liao Chien-tsung acumulaba 4.916 horas de vuelo mientras que su copiloto llevaba 6.922. Dramáticos, a tenor de las imágenes grabadas por un motorista que muestran al avión girándose bruscamente sobre la autopista, sus últimos minutos de vida resultan cruciales para conocer las causas de este siniestro.
Aunque los medios taiwaneses han difundido una grabación del piloto lanzando tres señales de emergencia («Mayday») y avisando de un fallo en uno de los dos motores, los investigadores deben analizar aún las cajas negras, que ya han sido encontradas.
Doce desaparecidos
Mientras tanto, los equipos de rescate intentan hallar los cadáveres de 12 pasajeros que no han aparecido en el fuselaje del aparato, y que seguramente cayeron al río al partirse el avión y han sido arrastrados por la corriente. A bordo de lanchas neumáticas, buzos de los bomberos y el Ejército los siguen buscando en las frías aguas del Keelung.
A medida que pasan las horas, se van conociendo las historias de algunos pasajeros, algunas de ellas milagrosas. Junto a su esposa y su bebé, Lin Ming-wei cambió sus asientos en la parte izquierda del avión, que resultó muy dañada, por otros que acabaron salvándole la vida, según publica el periódico «United Daily News». Además de sacar a su mujer del avión, el hombre salvó a su hijo del agua, donde llevaba tres minutos inconsciente, y le hizo la respiración boca a boca y un masaje cardiopulmonar para resucitarlo.
Por su parte, la azafata Huang Jin-ya, de 26 años, también es una de las quince supervivientes del accidente. Además por partida doble, ya que la joven se salvó en julio del año pasado del siniestro que sufrió otro avión de esta misma compañía. La azafata tenía asignado dicho vuelo, pero finalmente le cambió el turno a una compañera.
De los 58 ocupantes del avión, 31 eran de nacionalidad china y al menos 16 de ellos han muerto, mientras otros 12 siguen desaparecidos y tres sobrevivieron a pesar de resultar heridos.
El avión, un bimotor de hélices ATR 72-600 de la aerolínea Transasia, se dirigía a la isla de Kinmen, que pertenece a Taiwán pero está a solo un par de kilómetros de la costa china, concretamente de la populosa ciudad de Xiamen, en la provincia oriental de Fujian. Por ese motivo, esta ruta se ha vuelto muy popular para volar entre China y Taiwán, ya que es más barata que los vuelos directos.
A la espera de que la investigación aclare las causas del siniestro, las autoridades de Taiwán han ordenado inspeccionar otros 22 aviones ATR de dos aerolíneas domésticas. Con una larga experiencia y un ambicioso plan de expansión, este es el segundo accidente grave que sufre la compañía Transasia. En julio del año pasado, fallecieron 48 de los 58 ocupantes de uno de sus aviones cuando intentaba efectuar un aterrizaje de emergencia en la pequeña isla de Pescadores (Penghu).
En menos de un año, dos aerolíneas de Malasia y esta de Taiwán han sufrido cinco siniestros que se han cobrado más de 750 vidas.