EL VALOR DE LOS HOMENAJES CUANDO SON AJENOS

La decisión de un empresario de bautizar con su nombre un centro comercial de la ciudad se ha convertido en un debate que tal vez no valga la pena transitar. El tiempo siempre acomoda las cosas.

Por estas horas se discute en la ciudad la intención de un empresario de bautizar con su propio nombre uno de los emprendimientos comerciales más importantes que se han encarado en los últimos años. Y por supuesto hay voces que se levantan airadamente en contra y otras, las menos y seguramente las más interesadas, que acompañan una idea por cierto discutible y a todas luces de dudoso gusto.

Pero seguramente una idea poco importante…

Cuando una persona decide auto homenajearse es porque, concientemente o no, sabe que los demás no lo harán. A todos los seres humanos les importa la mirada del otro; sólo quienes no pueden integrarse socialmente pueden tener una posición de indiferencia o desprecio sobre el impacto que sus actos tengan en la consideración de quienes lo rodean.

Pero también existen aquellos que logran dinero, poder, pero jamás prestigio.

Y lo que la sociedad reconoce en los hombres -sobremanera si por cualquier motivo son públicos- es el prestigio. Ese valor incalculable que nos vuelve cuando podemos traspasar con nuestras obras la barrera del propio «yo» y dejar a los demás una imagen de seres capaces de entender por donde pasa el verdadero valor de la vida.

Quienes hemos transcurrido ya un trecho largo del camino hemos visto cambiar tantos nombres de calles, de edificios; hemos asistido a tantas modificaciones de la historia oficial y hemos observado tantos apogeos y perigeos que no podemos menos que recordar con una sonrisa aquello de «sic transit gloria mundi» (así pasa la gloria del mundo) cuando nos topamos con estos ejemplos de ramplona megalomanía de quienes se honran a si mismos, aunque a veces esa honra se parezca al ridículo.

Tal vez por ello no valga la pena enojarse demasiado y más bien tener una mirada piadosa sobre quienes acumularán poder, dinero, temor a su persona…pero deberán inventar para si los homenajes que sólo llegan con el prestigio a una trayectoria integrada a la sociedad que los contiene.

Lo demás cambiará, o no, con el sólo transcurso del tiempo.