En Mar del Plata se vive un Coloquio al que no se le cae una IDEA

Por Adrián FreijoUn año más en el que IDEA llega a estas costas para que hablen los que saben. Claro que si recordamos análisis y pronósticos anteriores nos preguntamos…¿qué saben?.

Siempre ha sido igual…el gobernador de turno inaugura, los ministros de turno exponen, los empresarios de siempre diagnostican y el presidente de turno cierra el Coloquio de IDEA, un encuentro empresarial y político que sería respetable si no fuese que la mayoría de sus principales protagonistas de los últimos años están presos o procesados.

Hoy «el rey está desnudo», y todos sabemos que quienes nos contaban desde ese estrado como había que hacer para salvar a la Argentina eran especialistas en coimas, sobreprecios, prebendas y otras yerbas. Claro que no solo nos referimos a los políticos o a los empresarios, sino a todos ellos juntos.

Identificados los mensajeros, hablemos ahora del mensaje. «Hay que invertir», «hay que bajar la presión impositiva», «hay que frenar la inflación», «hacen falta tasas competitivas», «hay que producir con valor agregado», todos enunciados que se repiten sin solución de continuidad desde 1960, año de la fundación del  Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA).

Pasaron gobierno militares y civiles, peronistas y radicales, productos de frentes heterogéneos como la Alianza o Cambiemos, tiempos de convertibilidad e hiperinflación, apertura de mercados o proteccionismo extremo...todo lo que al lector se le pueda ocurrir.

Y cada vez, aún disfrazadas de tibio reclamo, las posturas de los foristas fueron idénticas. Casi como si supiesen que tan magno encuentro no es más que la puesta en escena necesaria para que la sociedad -y tal vez algunos actores distraídos de la realidad- no tome cabal nota de que quienes están allí son miembros de una promiscua entente cuya heráldica tiene como blasón una mezcla de bolso y sobre lleno de dólares a cambio de algo.

Pero para el establishment es importante encontrarse, codearse con el poder al que oportunamente desalojará a codazos, hablar con una prensa estólida que poco y nada sabe de lo que se trata y solo está ahí para repetir hasta el hartazgo la pregunta que haga al último título publicad. Nunca la que busque el fondo de la cuestión…si alcanza con buscar el de la copa de cortesía e imaginar, por un instante, que también el periodismo tiene «el honor de pertenecer».

Y como en la Fiesta de Joan Manuel Serrat, cuando todo acabe volverá cada uno a lo suyo, a seguir con las mañas y egoísmos que tenían una hora antes de comenzar el Coloquio y sigue vigente un minuto después de culminar.

Y hasta dentro de un año…y muchos bolsos, sobres y negocios a hacer en nombre de la patria.

Y de la «idea», por supuesto.