Espert: «La economía sigue siendo el problema a resolver rápidamente»

Las distorsiones económicas que se mantienen sin solución a lo largo del tiempo siguen siendo el principal nubarrón en un futuro que se presenta complicado.

José Luis Espert  es uno de los economistas más citados de la actualidad y sostiene como tantos otros que aunque todo el mundo hable por estas horas de política el problema más grave en la Argentina sigue siendo la acumulación de distorsiones económicas de fondo que no son atendidas ni resueltas.

Preguntado acerca de las expectativas sobre el discurso de Cristina en la apertura del año legislativo Espert afirmó que:

«(…) La Presidente tiene la oportunidad de despejar todas las dudas. En sus discursos del #1M (se espera que haya dos: el dirigido a la Asamblea Legislativa abriendo las sesiones ordinarias y otro dirigido a quienes formen parte de la movilización convocada en su apoyo para ese día), CFK puede apostar por más confrontación, y confirmar las peores hipótesis de avasallamiento institucional, o puede intentar moderarla y moderarse. Si hiciera esto último le haría un gran favor, no sólo a la República, sino también a la dinámica económica. En efecto, el gobierno se va quedando corto en atajos para evitar que una corrección (aunque sea parcial) de los desequilibrios macro se produzca en su último año de mandato. Sólo la cercanía de las elecciones, la presunción de que el candidato oficial ha quedado fuera de la carrera presidencial y la expectativa de un cercano cambio de régimen económico, pueden explicar por qué al gobierno todavía le queda alguna chance de mantener el status quo y dejarle toda la tarea al próximo gobierno. En este marco, la Presidente podría acelerar los tiempos de la inexorable corrección macro si se inclina por intensificar la confrontación, poniendo en riesgo, aún más, la gobernabilidad. Tiene este domingo y frente al Parlamento, su mejor última oportunidad para poner en claro que no lo hará.

Lamentablemente, no debería sorprendernos si elige el camino contrario. Hemos caído en un estado de decepción permanente por apostar a un cambio que nunca llega. Si realiza una movida anti democrática o inconstitucional el domingo, no debería sorprendernos. Si insiste con lo de “ellos contra nosotros”, no debería sorprendernos. Si promueve una vez más el reduccionismo sin ideas, no debería sorprendernos. Si no modera su violencia dialéctica, no debería sorprendernos. Si no abandona su visión maniquea del mundo, no debería sorprendernos. Si no le permite al vicepresidente Amado Boudou que presida el acto de apertura de sesiones, no debería sorprendernos. Si no deja entrar a representantes de la oposición al recinto de sesiones, no debería sorprendernos.

Mientras escribo “no debería sorprendernos” me doy cuenta que ese es el problema. Nos hemos ido acostumbrando a formas y actitudes reñidas con el estado de derecho, con las mejores prácticas republicanas y con lo que ha funcionado y funciona en los países a los que le va bien. A la Argentina no le va a ir bien si nos olvidamos de las bondades de la libertad de expresión; de las bondades del debate entre gente que piensa diferente; de las bondades de la independencia de los poderes del Estado; de las bondades de los controles constitucionales; y de las bondades de la transparencia, la competencia y las libertades económicas. (…)».