Eva Perón: un mito que se alimenta de las tradiciones orales y el tiempo

Por Adrián FreijoEva mantiene intacta la vieja forma de la comunicación, ante generaciones que prefieren escuchar en boca de sus mayores la historia de su vida y proyectarla al mito. 

El paso de los siglos fue moldeando nuevas formas de comunicación y así pasamos de las tradiciones orales – la primer forma de dejar constancia de los hechos más allá de la vida de sus protagonistas- a este presente de un cyber espacio lleno de información, imágenes y sonidos que seguramente desplazarán para siempre a los convencionales libros de historia.

Y no es cuestión de suponer que las tradiciones orales son un arcaísmo sin sentido: la aparición de las ciencias vinculadas  -grafología, antropología, arqueología, numismática y tantas otras- logró demostrar que el 85 % de los conocimientos recibidos a través de las narraciones y el boca a boca se confirmaban en la realidad de los estudios científicos. Así de sólida es la capacidad de transmisión del hombre y así de certera es su  búsqueda de la verdad a partir de su relato.

Eva Perón es un ejemplo de esta cadena de narraciones y legado. Pese a existir un respetable archivo fílmico y sonoro de su corto paso por la vida argentina, la figura de Evita se sostiene y crece a cada paso en los recuerdos, los cuentos, los hechos transmitidos de generación en generación…en fin, la leyenda. Todo lo que de ella se dice no es extraído de documentos ni filmes; Eva es lo que la gente cuenta, lo que las familias recuerdan y lo que el imaginario popular a rescatado como una sólida construcción de aquella personalidad polémica que la propia protagonista se esforzó en construir.

La gente, sin verla, la imagina activa, combativa, eléctrica. Sin oírla la sabe con aquella voz quebrada que transmitía pasión y autoridad. Sin abrazarla percibe el temblor de excitación, bronca o entusiasmo solo reservado a quienes «sienten» todo lo que pasa a su lado.

66 años después de su muerte, arrastrado su cuerpo por el mundo y tomado como botín político por propios y extraños, manipulado su sencillo pensamiento al servicio de Perón y de los pobres con la pretensión en convertirlo en ideología -algo que la propia Eva despreciaba hasta lo más profundo de su ser, ya que solo reconocía al peronismo como una vertiente popular de su propio amor al líder- son pocos los que bucean en archivos para saber de su vida y conocer sus hechos. Basta con pararse en cualquier esquina, repetir su nombre y, al conjuro de una magia imposible de explicar, el aire se llenará de historias, de anécdotas y de hechos muchas veces también imaginados.

Porque eso es un mito…y los mitos son indestructibles. Máxime cuando a la protagonista nada le importó que la reputaran buena, mala o lo que fuese.

Marcho de frente por la vida guiada por su pasión y por su convicción. Habló desde las entrañas, golpeó desde el coraje y así murió -arrasada por una enfermedad que pudo ser detenida si su portadora hubiese querido detenerse- para entrar sin saberlo en ese mundo único de los que se quedan por los siglos de los siglos.

Para felicidad de quienes la amaron y rabia de sus tantos enemigos. Tal como ella hubiese preferido, de haber sabido que en los labios de tres generaciones de argentinos iba a construirse un mito imposible de vencer…..

El de Eva…esa predestinada.