Los cuatro fiscales designado por Gils Carbó quisieron apropiarse de toda la documentación del despacho del fiscal. Feín lo clausuró, aunque lograron llevarse papeles importantes.
En un comunicado divulgado ayer, los nuevos integrantes de la fiscalía especial que investigará el atentado a la AMIA, nombrados por la procuradora Alejandra Gils Carbó hace semanas, publicaron que “la documentación a la que alude el fallo dictado por el señor juez a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción y Correccional Federal N°3 de la Capital en el último punto de sus consideraciones, fue remitida a dicho órgano jurisdiccional por las actuales autoridades de la unidad en fecha 23 de febrero pasado.” Dicho en criollo: el polémico borrador que Nisman había guardado en la caja fuerte de la fiscalía, y en el que hablaba bien del Gobierno y su papel en la investigación del atentado –que Rafecas citó en su fallo pese a que no había integrado la denuncia de Nisman y Pollicita– no le fue entregado al juez por los colaboradores del fiscal muerto, sino por quienes lo sucedieron en su cargo a instancias de Gils Carbó.
Coordinada por Juan Murray, a la UFI-AMIA, la integran Sabrina Namer, Roberto Salum y Patricio Sabadini. Al menos los dos primeros son cercanos al Gobierno.
Los cuatro ya tomaron posesión de las instalaciones y empezaron a conocer a la gran cantidad de empleados de la UFI AMIA, aunque por ahora y mientras siga en trámite la investigación sobre si fue homicidio o suicidio, el despacho que ocupaba Alberto Nisman sigue clausurado con fajas, y prohibida la entrada a toda persona. Es una medida que dispuso la fiscal Viviana Fein, a cargo de la investigación.
Los cuatro fiscales tienen ahora a su cargo la investigación del atentado a la AMIA y las causas en donde se investigan los intentos de encubrimiento de los sospechosos. A futuro, se prevé que entre los cuatro se dividan las tareas para agilizar las investigaciones.