La crisis vivida por Francia ya comienza a dejar huellas: mientras el gobierno trata de aislar a la extrema derecha una parte de la población exige la pena de muerte.
La presidenta del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, logró este viernes su esperado protagonismo político con el argumento de que no ha sido invitada a la manifestación del domingo en París contra el ataque yihadista del miércoles a la revista satírica Charlie Hebdo. En un gesto sin precedentes, el presidente de la República, François Hollande, recibió durante media hora en el Elíseo a Le Pen, quien el día anterior se había mostrado partidaria de establecer la pena de muerte en Francia para casos de terrorismo. “Se ha quebrado la unidad nacional”, dijo la líder ultraderechista tras declararse “insatisfecha” de la entrevista con Hollande.
La manifestación, bautizada como “marcha republicana”, ha sido organizada por partidos de izquierda y de centro. El Gobierno se limitó a señalar el domingo como la fecha más adecuada para garantizar la seguridad de los asistentes. Hollande, por su parte, ha realizado entre el jueves y el viernes una ronda de encuentros con los líderes de todas las formaciones y, según fuentes del Elíseo, no le corresponde a él invitar los dirigentes de formaciones para que se sumen a la protesta.
De hecho, en una intervención pública televisada tras una reunión de la célula de crisis del Gobierno, Hollande hizo simplemente una llamada general a la participación: “Todos los ciudadanos pueden acudir a las manifestaciones. Es la convicción la que debe animar a muchos de nuestros compatriotas a participar el domingo. Son los ciudadanos los que deciden”. El presidente, además, hizo un llamamiento para rechazar “la demagogia, las estigmatizaciones y las caricaturizaciones”.
Para entonces, Le Pen y había dejado clara su posición: “No he obtenido del presidente un claro levantamiento a la prohibición a nuestro movimiento, sus electos, los representantes de millones de franceses que esperaban verlos en la manifestación”. “No voy a romper los cordones policiales”, declaró a Le Figaro. “Los organizadores principales no nos quieren ver”.