Fuese lo que fuese… ya no importa

(Escribe Adrián Freijo) – Difícil desentrañar el discurso presidencial de ayer. Difícil porque detrás de las duras afirmaciones de la Presidente no es posible discernir una estrategia, una decisión política o una simple explosión emocional de una psiquis que atraviesa por dificultades insondables.

¿Cuál podría ser la estrategia?; ¿abroquelarse en la posición asumida en cuanto el pago bajo la ley argentina y lograr de esa forma que sean los propios tenedores de bonos los que terminen presionando a Griessa para que destrabe la situación?.

Descártelo…esos tenedores litigaron decididamente con la Argentina a lo largo de una década. No es posible creer que ahora, con un fallo judicial que les reconoce el derecho a cobrar el 100%, vayan a cambiar de opinión.

No tendría sentido alguno y si Cristina piensa lo contrario es que su pérdida de contacto con la realidad es aún mayor de lo que se supone.

¿Una decisión política?; si, claro…¿pero cuál?, ¿hasta cuando?, ¿con que objetivo?.

Desde el comienzo del proceso de reestructuración de la deuda se tomaron no menos de treinta “decisiones políticas” que terminaron siendo efímeras.

¿Se acuerda?..”el que no entra ahora al canje no entra más, pondremos la cláusula cerrojo”. Y se abrió dos veces más la chance y la “cerrojo” terminó siendo una demostración de opulencia verbal vacía de contenido..

“No vamos a arreglar con el Club de París en los términos que ellos quieren”. Y terminamos cediéndoles esos términos…y dos mil millones de dólares que nadie sabe aún en concepto de que fueron entregados.

Podríamos seguir así hasta el infinito; si hay un gobierno que ha sido “débil a los gritos” ha sido este. Cuando habla, parece un ogro; cuando actúa, aparece vestido de Caperucita.

¿Una simple explosión emocional?. Y, si…puede ser.

A cristina todo le sale mal, y en vez de preguntarse si no es porque está haciendo mal las cosas prefiere enojarse, amenazar, victimizarse o hacer mohines, según sea la ocasión.

Sabe que la mala praxis de Kicillof puso la nave en ruta de no retorno, y sabe también que ni dentro ni fuera del país encontrará a alguien que confíe en ella.

Y, aunque algunos no lo crean, mucho menos hallará en su partido algún socio de su nuevo sueño de continuidad.

En privado, los dirigentes peronistas se muestran hartos de los caprichos, las histerias y sobre todo del lugar en que Cristina los dejará en la relación con la sociedad,

Le quedan sólo los fanáticos, cada vez menos, y los pagos, cada vez más; pero ni los unos ni los otros son confiables y suficientes.

Los fanáticos te pueden estrellar contra la pared creyendo que ello supone una “acto revolucionario”.

Y los pagos…sólo esperan que el que viene siga deslizando las ansiadas monedas en sus bolsillos y para ello no dudarían en tirar verduras sobra la humanidad de Cristina en su camino al patíbulo.

Claro que como ocurre en toda sociedad adolescente y personalista, la soledad y el desequilibrio de Cristina se transfiere automáticamente a la Argentina como entidad.

Hacia afuera estamos solos; el mundo se cansó de nosotros y nuestro declinante tamaño e importancia terminó por convencerlo de que ni vale la pena ni es necesario ocuparse de nuestras cuestiones.

Y hacia adentro estamos desequilibrados; en lo económico, en lo institucional, en el tejido social y sobre todo…en nuestro compromiso con un país que sentimos cada vez más lejano.

Por eso ni el discurso ni las decisiones de Cristina tienen hoy importancia alguna.

Se ha convertido, por decisión propia, en una caricatura desopilante en una nación que debe dedicarse, cuanto antes, a cosas más importantes que balconeadas ruidosas.

Cuanto antes…