Historias miserables: el usurero, los anteojos y Zorro Uno

Por Adrián Freijo – Aquel usurero descripto por Poe e interpretado de manera inolvidable por Narciso Ibañez Menta parecía no tener parangón en su mezquindad. No contaba con Zorro Uno…

«El corazón delator», una obra maestra del legendario Edgar Alan Poe, llevada a la pantalla chica de nuestro país en el ciclo Obras Maestras del Terror  en lo que fue un duelo interpretativo de Narciso Ibañez Menta y «Chicho» Serrador, padre e hijo, en dos papeles antagonistas. El primero como un usurero tuerto de corazón mezquino, el segundo como un terrible y cínico psicópata.

El primero, solo interesado en juntar y esconder dinero aún teniendo que vivir en condiciones miserables y el segundo planificando un asesinato para el que no tenía ni prestancia ni coraje. Cada uno en lo suyo se convierten en el paradigma de la miseria y la avaricia; y lo hacen de manera tal que cuesta creer que alguien pueda igualarlos…menos superarlos...y mucho menos mimetizarse en los vicios de ambos.

Pero…siempre hay alguien que llevado por su amor al dinero no pierde la oportunidad que la vida le pone adelante y abusa aún de aquello que está dispuesto para quien más lo necesita.

«La gente se va a poder hacer anteojos. El intendente mismo se hizo sus anteojos ahí«, dijo el Secretario de Salud Gustavo Blanco mientras Carlos Arroyo asentía.

¿A qué se refería el funcionario?…nada menos al Tren Sanitario, ese servicio de salud para el que la gente más humilde hace cola desde las tres de la mañana y que está para cubrir esas necesidades y no los anteojos nuevos de un funcionario que además gana $ 170.000 por mes y que con su designado núcleo familiar nos cuesta a los marplatenses más de $ 1.000.000 en el mismo período. Alguien…vaya a saber quien…se quedó sin los suyos para que Arroyo ahorrara unos pesitos.

Por supuesto que la falta no tiene la magnitud de los crímenes que narra la novela de Poe; pero pinta el alma humana, su miseria y falta de valores y esa capacidad que cada día nos asombra más que tienen los funcionarios de querer presentar como un valor (en este caso sería la humildad) lo que no es otra cosa que un abuso.

Ojalá, al menos, le sirvan para ver mejor la realidad.