(Escribe Adrián Freijo) – ¿Es válido que en una playa pública se autorice un cambalache como el pretendido Parador Entre Ríos?, ¿a quién le paga?, ¿dejarían a un particular hacer lo mismo?
La rumbosa inauguración de un Parador de la Provincia de Entre Ríos en una playa pública del sector norte de nuestra ciudad, sumada a la increíble cantidad de espacios públicos cedidos a su similar de Buenos Aires, ponen en evidencia que la ciudad está ahora en manos de los postulantes K y que todos los marplatenses, incluido el gobierno municipal, sólo podemos asistir en silencio a esta ordalía de gastos con destino a la sucesión del poder.
Es claro que si una empresa privada o un particular solicitara la utilización de espacios similares se le negarían tajantemente. Y ello es así no tan sólo porque el sentido común así lo indica sino porque existen normas taxativas en la materia.
¿Qué privilegio tienen entonces Scioli o Uribarri sobre el resto de los ciudadanos?.
Claramente, muchos…
El «efecto corsario» que el kirchnerismo hace de nuestra ciudad nos duele, nos enoja y nos humilla. Ver a Mar del Plata a expensas de estas cuestiones, ejemplo claro de la inmoralidad pública y de la pérdida de autonomía democrática de los municipios, nos llena de tristeza y nostalgia al recordar tiempos en los que sus dirigentes defendían con dignidad los intereses de la ciudad.
El parque de diversiones de Scioli, las casillas precarias de cuanta repartición provincial quiera instalarse en los lugares de mayor exposición turística sin control alguno y ahora este esperpento de otro de los elegidos de Cristina, deberían ser la gota que colme el vaso de la indiferencia y el disparador para que todos nosotros resolviésemos quien es quien a la hora de respetar la ley y los derechos de los marplatenses.
O decidir que de ahora en más Mar del Plata es un prostíbulo y cada uno de nosotros el personal que brinda servicios en él.
Apenas para no sentirnos violados todo el tiempo…