(Redacción) – Esa es la premisa que parece surgir de las «directivas» recibidas por los integrantes del CPC que está en la calle como simple curiosidad.
Uno supone que la profesión policial supone un verdadero riesgo, y tal vez por eso la figura de sus integrantes ha despertado históricamente respeto y/o temor no sólo entre los delincuentes sino en la población en general.
No ha pasado tanto tiempo desde aquella época en la que los padres mantenían a raya a sus hijos con sólo decirles que «el vigilante de la esquina» estaba mirando.
Después vino la negra etapa en la que el Proceso convirtió a nuestra policía en fuerza de ocupación, la instruyó en secuestros torturas y otras yerbas y terminó por convencerla de que no estaba para hacer respetar la ley sino para violarla.
Los vicios adquiridos se mantuvieron incólumes durante casi tres décadas, pasadas desde el retorno del estado de derecho, haciendo que el prestigio adquirido desapareciese casi totalmente y dejara paso a una mala imágen que la acompaña hasta la actualidad.
El caso Cabezas puso en evidencia «trabajos paralelos» realizados por la fuerza, que se sumaron a la ya sabida relación con el juego, la protitución y el narcotráfico.
Tal vez con la mirada mucho más centrada en la cuestión, la sociedad tomo nota además que en cada banda de piratas del asfalto desmembrada o cada asociación ilícita con destino a secuestros extorsivos desmantelada la presencia de efectivos de la Bonaerense era materia común.
A todo esto se le sumó el uso político que, para bien o para mal, los gobiernos peronistas de la provincia han hecho de una institución que poco a poco cayó en las redes de la demagogia más barata, con la misma facilidad que antes lo había hecho en las del delito.
Tan sólo para ser mirada
El temor de la sociedad frente a la multiplicación del delito pudo ser disparador de una recuperación seria y constante de su policía.
Sin embargo una vez más se impuso la demagogia y el propio gobernador decidió poner en la calle una fuerza «maquillada», efectista y colorida, formada por jóvenes con apenas tres meses de instrucción a los que pomposamente se designó con el nombre de Comando de Patrullas Comunitarias que en realidad tienen destino de «nada».
Ni intervenir, ni reprimir ni perseguir. Sólo girar por las calles, casi a paso de hombre y con tantas limitaciones operativas que al conocerlas hace que el ciudadano común se sorprenda de las mismas.
LIBRE EXPRESIÓN le muestra hoy en exclusiva el Acta de Directivas que sus integrantes reciben y que lamentablemente comprueba todas estas duras afirmaciones.
Son tantos los frenos que se les pone a los integrantes del CPC que uno termina preguntándose si están para cuidarnos o para hacer propaganda móvil para un Daniel Scioli que no tiene ni capacidad ni intención de combatir seriamente el delito.
Vea el lector si exageramos:
Acta de directivas
- La patrulla se efectuará a velocidad moderada, circulando a 20 km/h en calles, haciéndolo siempre por la derecha
- En persecuciones o llamados de emergencias la velocidad se efectuará a 60km/h circular siempre por la mano, respetando las señales de transito
- en ninguna circunstancia deberá concurrir a los llamados en contra del sentido vehicular, ignorando las señalización luminosas de los semáforos ni sobrepasando la velocidad estipulada por la ley para cada vía que se transite, siendo prioridad llegar al lugar de la emergencia
- en circunstancias que debido a las características del hecho lo a meriten para concurrir en apoyo deberán solicitar la correspondiente autorización del operador de CPC y/o centro de despacho de emergencia 911, ya que son los únicos a desplazar los móviles a los sectores que el disponga
- utilizar cinturón de seguridad como así chaleco antibalas en todo momento durante el servicio de guardia;
- en días de lluvia o poca visibilidad los patrullas se efectuarán en pasó de hombre policía;
- en caso de cualquier tipo de vehículo que pueda dar origen a una persecución evaluará los alcances de la misma teniendo en cuenta que bajo ningún concepto se podrá arriesgar la integridad física propia/o de terceros, ni tampoco los bienes provistos, quedando expresamente prohibido sumarse a una persecución sin conocimiento y/o autorización de operador que corresponda o interceptar con los patrulleros, mediante algún tipo de colisión, al vehículo que se este persiguiendo. Cada una de estas directivas será objeto de controlar por parte de las autoridades de este CPC y objeto de sanción disciplinaria de rigor en la oportunidad que se haga caso omiso de las mismas.
¿Puede de esta manera combatirse seriamente a los delincuentes?, ¿que hace un efectivo si los perseguidos circulan en contramano?, ¿y si van a más de 60km por hora?, ¿y si llueve?, ¿y si disparan sus armas?.
Demasiadas preguntas que encuentran respuesta clara en el propio documento: nuestros «cuidadores» no pueden hacer otra cosa que acompañar y mirar. Nada más…
Muy triste y muy indignante, porque mientras el CPC circula cadenciosamente por la vida, los gobernantes siguen pensando tan sólo en sus candidaturas sin siquiera fijarse en las vidas que se pierden y en el hartazgo de una sociedad que pronto se dará cuenta de la estafa.
Pero que no podrá llamar a la policía para denunciarla…