El diálogo es, según José Miguel Insulza, el camino “indispensable” para resolver la crisis que vive Venezuela desde las protestas de febrero
Pero éste debe ser “serio”, porque hasta ahora “no ha existido una voluntad de diálogo real”, sostiene el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA).
A Insulza, que ha participado esta semana por última vez en la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York como jefe de la OEA, puesto que dejará tras una década el año próximo, le duele que le lluevan, como le han llovido de forma continuada, las acusaciones de haber favorecido a gobiernos de países como Venezuela.
“No es justo”, afirma en entrevista con este periódico, en la que se defiende aludiendo a la “coherencia”, que afirma ha marcado su gestión durante dos mandatos al frente de la organización hemisférica.
Olvida, o al menos no menciona, sonadas anécdotas, como cuando el embajador ante la OEA de Venezuela, Roy Chaderton, afirmó públicamente en marzo de 2012 que su país había apoyado en 2005 su candidatura a la OEA a cambio de que Insulza gestionara la salida del entonces secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Santiago Canton, al que Caracas ha acusado insistentemente de haber apoyado el golpe de Estado contra Chávez, hecho que el afectado siempre negó.
Como ejemplo de lo que considera coherencia en su gestión Insulza usa, precisamente, el caso venezolano. “Para que la OEA actúe en algún lugar tiene que tener el consenso de los países miembros. Si no tiene el consenso, no actúa”, recuerda. “Por lo tanto, no estoy validando lo que ocurre en Venezuela. Al contrario, creo que en Venezuela es indispensable un diálogo. Pero un diálogo en serio”, subraya.
“Un diálogo significa primero que, además de hablar, uno escucha. Y escucha las razones de los otros y está dispuesto a hacer concesiones y a encontrarse a medio camino”, puntualiza. Lo que se ha dado hasta ahora en el país sudamericano, a través de la mediación organizada por Unasur, afirma, no ha sido más que “una cantidad de monólogos”.
Y apunta un dato más: “La oposición no se puede sentar a la mesa (de diálogo) cuando están presos una cantidad de dirigentes que, aunque quizás no querían ir al diálogo, son parte de la oposición”. Hablar requiere de “gestos”, señala.
Un paso en este sentido es, a juicio de Insulza, la reciente liberación temporal del ex comisario Iván Simonovis por motivos de salud. Pero éste se matiza por el hecho de que las autoridades han precisado que tras recuperarse deberá regresar a cumplir los 20 años de prisión que aún le quedan —ya ha cumplido nueve— de su condena como autor intelectual de varias de las muertes por disparos en la marcha en Caracas en abril de 2002 que precedió al golpe de Estado contra el entonces presidente Hugo Chávez.