Alex Patzold y Sole Simon, una pareja que vive en Viena junto al pequeño Theo, narraron sus movilizantes vivencias en una peregrinación que les cambió la vida.
Él es argentino y ella chilena, son caminantes de alma y escribieron un libro sobre el Camino de Santiago. En diálogo con la periodista Florencia Cordero en el programa Un Lugar en el Mundo de Radio Brisas, Alex y Sole compartieron su rica historia desde Austria.
De entrada fue Alex el encargado de presentar en sociedad a esta particular pareja: “Hace siete años estamos juntos. Vivíamos en Buenos Aires y cuando me quedé sin trabajo nos fuimos a Chile. Tengo 59 y la vida me regaló una hermosa mujer más joven en una segunda oportunidad, tengo tres hijos con el primer matrimonio y después vino Theo».
«Trabajé ininterrumpidamente desde los 18 años y en 2019 me quedé sin trabajo. Theo nació y dijimos de ir a Chile. Después tuve un trabajo en Buenos Aires que duró un año y ahí la invité a Sole a hacer el Camino de Santiago. Nos fuimos a hacer el Camino con 1.200 euros y terminamos en Londres trabajando con un argentino en una casa de empanadas”, explicó Alex.
La idea de hacer la peregrinación los movilizaba pero sabían que el hecho de emigrar los obligaba a buscar un trabajo. Así fue como empezó la historia una vez decidieron probar en el exterior: “Yo había sido director de prevención de pérdidas en los supermercados Día pero me quedé sin empleo e indemnización. Nos fuimos a Chile y después a Buenos Aires para un trabajo de escritorio hasta que me aburrí. En España mandamos 20 curriculums pero no me contrataban. Londres es mucho más dinámico, hemos visto gente de 70 años trabajando. Agarré un trabajo de 50 horas y así salimos adelante. Fuimos a trabajar los dos y le encontramos la vuelta a ser migrantes. A los cuatro meses me convocó el dueño de una cadena de empanadas a que vaya a gerenciar uno de los restaurantes, donde trabajé como 80 horas por semana. Volví a Argentina para buscar a uno de mis hijos y volvimos a Londres, cuando llegamos nos redujeron los contratos. Ahí surgió la idea de ir a Austria, la tierra de mi papá”.
La intención de hacer el Camino de Santiago con un bebé fue una aventura que marcó a la pareja para siempre. «Mi pequeño peregrino», es el libro que escribieron sobre la experiencia. “Cuando empezamos a buscar información sobre la posibilidad de hacer el Camino con un niño nos encontramos con que se podía hacer con un niño de más de tres años pero Theo tenía dos. Queríamos ver si era posible o no. Empezamos a juntar información, a hacer un blog e ir documentando todo lo que podíamos y en un momento surgió hacer un libro. Tiene muchas fotos y datos, detalles de lo que llevábamos en la mochila, donde parábamos, recomendaciones de películas sobre el camino”, contó Sole.
Alex agregó que “el libro narra nuestro pasar por estas provincias, lo que fuimos sintiendo y lo que percibimos que sintió Theo. Lo vimos crecer y cambiar en cada paso. Estuvimos 45 días”.
En ese sentido, Sole detalló que “mientras caminábamos íbamos grabando audios recordando cosas, detalles y anotábamos. Después ordenar fue súper difícil. El libro lo tenemos en Argentina en Mercado Libre”.
Y Alex continuó: “Después de hacerlo es un vacío que se produce en muchas personas que viven este tipo de experiencia. La vida es un viaje. Hoy estamos reconfigurando nuestros perfiles de personas, planificando vivir nuevas aventuras, seguir escribiendo porque nos encanta hacerlo. Tenemos 15 libros de poemas publicados en Amazon. Elegimos el mundo de la autopublicación y de la aventura. Ahora desde hace un año elegimos una nueva aventura, el Camino de Santiago en Austria, lo hacemos los fines de semana. No hay nadie y disfrutamos de eso, vamos a recorrer cinco países y ya llegamos casi a la mitad. Hoy estamos trabajando sobre contenidos audiovisuales, relanzamos nuestro canal de YouTube. No pensamos en la casa ni el auto de lujo, vivimos el día a día y trabajamos por nuestros sueños”.
¿Qué es el Camino de Santiago?
Para Sole “es una ruta de peregrinación para hacer por motivos religiosos, espirituales, deportivos o turísticos. Es una experiencia que recomiendo y te obliga a vivir el presente, consciente de cada paso, con las personas que estás interactuando. Es como una burbuja, rescata lo mejor de cada uno”.
Alex recordó que “nos conocimos en un evento en el campo. Los dos escribíamos poemas, ella me empezó a hablar del Camino y yo no sabía nada de eso. Así surge la historia. Ese mismo día le dije de hacerlo juntos. El tiempo pasó, nos enamoramos, llegó Theo y no hablamos más del tema. Cuando pierdo mi trabajo, en diciembre, le dije de hacerlo”.
En referencia al Camino, señaló que “mi concentración estaba en cargar a Theo. Yo llevaba 18 kilos y ella 15. Íbamos viendo en el camino cómo solucionar las cosas. El principal problema era el alojamiento. Theo me cantaba al oído y me entretenía. Llegábamos últimos, íbamos a albergues públicos que hay uno por pueblo. En seis noches los hospitaleros nos dieron una habitación privada donde dormíamos como los dioses”.
Entre las innumerables situaciones que vivieron, Sole recordó una de las anécdotas del camino. “Conocimos a un señor de 92 años, de Estados Unidos que iba caminando solo con su mochilita y una remera con una foto de su mujer que había fallecido. Fue súper emocionante porque era la persona más grande del camino, nos intercambiamos los teléfonos. Después nos encontramos a tomar el té y todavía tenemos contacto”, contó.
Sobre el caminanate más longevo, Alex comentó que “nos quedamos charlando como 20 minutos y la gente se puso a escuchar la conversación, todas las personas nos pedían sacarse fotos con el más grande y el más chico. Hicimos un total de 825 kilómetros y tomamos dos alternativas porque quisimos ir a conocer la casa del alquimista, un lugar mágico donde hay un señor que hace arte en vidrio».
La solidaridad entre los peregrinos
Así lo detalló Alex en una descripción que conmueve: «Una anécdota que me hizo emocionar fue que nos hicieron espontáneas donaciones tres personas: un español, un cura español y el caso más paradigmático fue en un albergue privado hermoso. Nos miraba con complicidad y simpatía una pareja oriental que llevaban máscara en ese momento, muy blancos y altos. El hombre se me acerca y me da la mano para saludarme. Yo sentía un objeto en la mano y vi unos billetes, me quedé duro y su mujer asintió con la mirada. Yo estaba solo con Theo y cuando abrí había 200 euros, fuimos a agradecer y me repitió ‘For the boy’”.
Escuchá la nota completa con Alex Patzold y Sole Simón en Un Lugar en el Mundo con Florencia Cordero