La larga noche en la que Alberto organizó el contragolpe

Por Adrián Freijo«Listo, ahora solo hay que esperar»; nuestro contacto en Casa Rosada nos contó, con el sol ya desperezando la mañana, el resultado de una noche en la que se resolvió salvar el poder.

Cada uno de los participantes de las reuniones que se llevaron adelante durante toda la tarde en la casa de gobierno se retiró, bien entrada la noche, con una tarea para desarrollar en el hogar. Había que utilizar las horas de descanso del «enemigo» para trenzar alianzas, conseguir apoyos e ir por la épica que pusiera al menos una pausa en la crisis.

El propio presidente, al abordar cerca de las 22.00hs el helicóptero que lo depositaría en Olivos tras un día de inesperadas tensiones, sabía que de esas negociaciones dependía el éxito de la decisión tomada: resistir el embate de Cristina y La Cámpora y comenzar a construir poder desde un intento de acuerdo nacional que hasta ahora su socia de ayer le había dinamitado en cada ocasión en que se planteó.

Ya llegaba la madrugada cuando las principales espadas del gobierno terminaban largas charlas con los gobernadores, los líderes gremiales, algunos capitostes de las organizaciones sociales -con las que ya se había avanzado durante oda la jornada de crisis- y algunos ex compañeros que hoy ocupan lugares de decisión en la coalición opositora y que supieron irse del peronismo hartos del látigo caprichoso y sin sentido de los Kirchner.

Con la salida del sol volvía la esperanza de poder, por fin, enfrentar a Cristina y a La Cámpora con posibilidades ciertas de ganar la pulseada…

De las negociaciones surgieron ganadores y perdedores: el gobierno se comprometió a acotar el poder de Juan Grabois y de actuar como vaso comunicante para que los afiliados a sus organizaciones vayan acercándose a las más afines al oficialismo. A cambio de ello el «Chino» Navarro aseguró una multitudinaria manifestación hacia la Plaza de Mayo buscando darle a Alberto un muy trucho 17 de octubre que le permita plantarse ante Cristina como un líder con capacidad de convocatoria y movilización.

Los gobernadores acordaron expresar su apoyo a la figura del presidente a cambio de conformar una mesa interprovincial que discuta y administre los fondos extra coparticipables que vayan para sus distritos. Además le arrancaron al gobierno la promesa de que el próximo ministro del Interior respondería a ellos y no a los intendentes del conurbano o a Cristina.

Los gremios prometieron colaborar con cualquier movilización y expresarse institucionalmente en apoyo al presidente a cambio de dos cuestiones irrenunciables: el pago de la deuda que el estado mantiene con la obras sociales de sus organizaciones en un plazo no mayor a los 180 días y la garantía de que no se van a habilitar instancias paralelas de afiliación para los trabajadores.

Y los intendentes del conurbano, rehenes de la alianza Axel Kicillof-Máximo Kirchner, quedaron más que satisfechos con la promesa de un gabinete nacional que contenga al menos cinco representantes del sector y, en sintonía con las exigencias de los gobernadores, conformar una mesa asesora del gobierno para direccionar fondos referidos a la obra pública y a la asistencia social.

Nuestro informante prefirió hacerse el distraído pero no atinó a negar que, entre las exigencias de los caciques del conurbano a las que el gobierno hizo un guiño de aceptación, estuvo la de sondear con la oposición la posibilidad de iniciar un juicio político al gobernador de la provincia. No porque seriamente se piense llevarlo adelante sino para hacerle sentir que, además de su adhesión a Cristina, tiene que atender la relación con el gobierno nacional.

Quedó para el presidente Alberto Fernández la negociación más delicada de la noche: tarde, muy tarde, se comunicó con el jefe de gobierno de la CABA Horacio Rodríguez Larreta y tras una larga comunicación -que según nuestro hombre en Olivos terminó pasadas las tres de la mañana- llegó a un acuerdo consistente en que la oposición no iría a fondo en su crítica por la insólita crisis lanzada en el oficialismo pero habilitaría la aprobación de todas las leyes que fuesen necesarias para asegurar el acuerdo del presidente con los gremios, gobernadores, intendentes y organizaciones sociales.

Y por supuesto el acuerdo con el FMI sin el que se haría muy difícil sostener la gobernabilidad.

¿A  cambio de qué?...ambos dirigentes acordaron la devolución gradual del 50% de los fondos recortados a la CABA, lo que puede considerarse un buen negocio para las dos partes.

En el conteo de porotos Alberto consideró que ya había logrado suficiente apoyo para su lucha para subsistir y reflexionó acerca de la posibilidad de sumar a semejante entente a los sectores empresariales y financieros: «si se quedan afuera será más lo que pierdan que lo que rescaten. Y no son tontos» sostuvo, tal vez recordando lo ocurrido cuando Duhalde convocó a todos tras el estallido del 2001…

Ya con el sol asomando y tras recibir un detallado informe de cada una de las negociaciones, el presidente se fue a descansar convencido de haber incrementado su arsenal y estar, ahora si, en condiciones de dar la batalla por su liberación.

Un término tan caro como esquivo cuando del peronismo hablamos….