LA PELOTA ESTÁ EN EL CAMPO DE LA SOCIEDAD

La culminación de 72 hs. que no sólo tuvieron en vilo a Francia sino al mundo entero, deja lecciones inmediatas que sacar. Las otras, las mediatas, llegarán a su tiempo.

París y el mundo descansan ahora tranquilos, aunque todos sepamos que sólo se trata de un respiro. El terrorismo con su visión criminal de la historia volverá a atacar, más temprano que tarde, en cualquier lugar del mundo.

La AMIA, las Torres Gemelas, Atocha, Londres o cualquiera de los tantos horrores que la sociedad mundial ha padecido son prueba acabada de ello. En algún punto comenzó pero nadie puede seriamente creer que va a terminarse.

En tanto sólo podemos pedir la eficiencia demostrada por algunos de los gobiernos de países víctimas del flagelo, tal cual ha ocurrido ahora con Francia.

En pocas horas, identificación, persecución y muerte de los criminales.

En una nota anterior, al hablar de la ingenuidad de Occidente, decíamos que las cosas tenían que comenzar a ser citadas por su nombre.

Y el nombre del combate al terrorismo internacional, capaz de monstruosidades como las que citábamos más arriba, no puede ser otro que el de la muerte.

Porque ellos así lo proponen y porque la civilización no puede darse el lujo de permitir que, encerrados en alguna cárcel y a expensas de los cambios de humor político, esperen la oportunidad de volcar su fanatismo y su demencia nuevamente.

¿Podemos estar equivocados?, tal vez.

¿Hay que esforzarse por preservar la vida de estos delirantes?, tal vez.

¿Tienen los mismos derechos que tienen sus víctimas o los que ellos le otorgan a las mismas?, es un tema ciertamente discutible.

Y ese debate hay que darlo porque de su resolución surgirán las reglas de la guerra del SXXI que ya no es de ejércitos y que tiene como campo de batalla las ciudades y como objetivo los ciudadanos de a pié.

Y pretender dejar en manos de los gobiernos las conclusiones significa, sobre todas las cosas, un acto de cobardía social.

Y créanos que el tiempo que viene no es para cobardes.