La política «secuestró» a la policía para dirimir sus internas

RedacciónLo que comenzó como una genuina protesta policial por las condiciones en las que debe desempeñarse la fuerza provincial es ahora un chiquero político en el que todos se revuelcan.

Hace mucho tiempo que la actividad policial viene degradándose por falta de apoyo político, presupuesto y capacitación. Mirada de reojo por la sociedad -tantas veces con razón pero tantas otras por las operaciones mediáticas de quienes siguen viendo a la fuerza con la mirada sesgada de la política partidaria- la Policía de la Provincia de Buenos Aires vive una crisis constante de la que parece no poder desprenderse.

Las protestas surgidas en las últimas horas parecieron sin embargo conseguir alguna respuesta: desde la gobernación bonaerense se anticipó un aumento importante de los salarios al mismo tiempo que se recordó que la cuestión ya estaba acordada de antemano. Aunque unos y otros saben que ese acuerdo se demoraba en el tiempo, se eludía y no pasaba hasta ahora de una promesa vacía.

Sin embargo la protesta continuó y ahora queda en claro que el diablo metió la cola y que el oficialismo se dispuso a utilizar el conflicto para resolver sus cuestiones internas.

Los intendentes del conurbano -que por estas horas están enviando a sus punteros a reclutar policías retirados y exonerados de la fuerza para mantener vivo el conflicto- ven la ocasión de sacarse de encima a Sergio Berni y al mismo tiempo colocar a uno de ellos al frente de un área que hasta hoy estaba bajo la tutela de su verdadera enemiga, Cristina Fernández de Kirchner.

Y en el gobierno nacional, más allá de que Alberto duda por estas horas acerca de la conveniencia de la movida, la ministra Sabina Frederic ve la ocasión de sacarse de encima a un funcionario que no ha hecho otra cosa que cuestionar su mirada garantista y su convicción de que los derechos de los delincuentes pesan más que los de los integrantes de la fuerza o aún la misma sociedad.

Pero cuidado…detrás de estas especulaciones miserables existe un conflicto real que deberá ser resuelto rápidamente: el contraste salarial entre jefes de la bonaerense y sus subalternos es abismal. Un Comisario General gana aproximadamente 180 mil pesos de bolsillo mientras que un policía de calle arrima 40 mil pesos con horas extras muchas veces en cantidad sobrehumana.

A lo que debe agregarse el cansancio policial por el destrato al que son sometidos por sus jefes. Mientras las jerarquías juegan a la política la tropa es abandonada a su suerte, sancionada o sumariada ante la mínima demanda y obligada a enfrentar a una delincuencia cada vez más violenta y armada con un equipamiento siempre insuficiente y en deplorables condiciones. Todo ello en el contexto de la absurda prohibición a reconocer un derecho a la agremiación que ya es aceptado en todo el mundo civilizado.

Deberá cuidarse entonces la política y los políticos si pretende seguir jugando este juego de internas y desgastes que se observa en las últimas horas. El malestar es verdadero, los problemas siguen acumulándose sin que aparezca solución alguna y el personal policial parece haber resuelto que la cuestión no debe continuar adelante sin que se produzcan profundos cambios.

Algo que va mucho más allá de las habituales y cansadoras luchas por el poder…