El malestar en las fuerza policial de la provincia, aún subterráneo, siguee generando un debate interno del que sólo se ve por el momento la punta de unniceberg.
La queja de los uniformados tiene que ver con muchos tópicos de la actividad, comenzando como es obvio por lo que consideran la necesidad de una recomposición salarial urgente, sobre todo en las escalas más bajas del escalafón.
Pero no es tan sólo eso; los miembros de la institución consideran que las autoridades provinciales no les brindan el apoyo moral, logístico y político necesario.»A la policía sólo la usan para hacer propaganda, pero cuando se apagan las cámaras estamos solos», nos decía ayer un efectivo con más de diez años de experiencia en la fuerza.
Y como siempre ocurre en estos casos, el debate acerca de la sindicalización policial vuelve al centro de la escena.
¿Es buena o no la agremiación de los miembros de una fuerza de seguridad?, ¿existe en otros países?, ¿qué resultado ha dado?
Si bien es posible detectar numerosas experiencias a nivel mundial, en donde se han constituido sindicatos policiales –aunque con dispares resultados-, nuestro país se encuentra hasta el momento, frente a un escenario de polémicas y opiniones encontradas en relación a la implementación, o no, de estos mecanismos de agrupación.
En el caso de Colombia la policía «no está sindicalizada, pero tiene la capacidad de gestionar cualquier cambio en la política de seguridad del país».
En promedio, un agente que recién se inicia percibe un salario mensual de entre 1.000 y 1.500 dólares.
La Policía trabaja en conjunto con las fuerzas militares que tienen 432.000 efectivos y cuentan con un presupuesto anual de 22 mil millones de dólares.
En Uruguay desde el 2.005 se propuso e implementó la sindicalización y en la actualidad hay 15 sindicatos.
Para los reclamos de haberes hay una mesa salarial donde se pueden hacer reclamos.
Uno de los puntos que desata polémica es el elevado nivel de suicidio de policías, y en ese contexto, los sindcatos están solicitando al Gobierno una ayuda para la atención psicológica de los uniformados.
Las cifras son alarmantes, puesto que por cada uno que cae en servicio hay cuatro que se suicidan.
En Europa hay sindicatos de policía que son muy fuertes pero en América Latina existe una prohibición expresa para que se agremien y no se les permite hacer huelgas. Lo que ocurre en algunos casos es que la protesta la terminan haciendo las esposas de los agentes, como ocurría hoy a la mañana en nuestra ciudad.
Mauricio López Alvarado, investigador del Departamento de Estudios Sociourbanos de la Universidad de Guadalajara, da un panorama muy sombrío de las condiciones laborales de los policías en México. «No hay un sindicato, ni defensorías del policía, ni nada que se le parezca. Cuando se han intentado protestas, cosa muy rara, los despidos y la represión han sido muy fuertes. Simplemente se despidió a los que participaron»,
Es importante saber también que dicen los pactos internacionales acerca de la cuestión.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que a través de su Art. 22 dispone: “Toda persona tiene derecho a asociarse libremente con otras (…) derecho a fundar sindicatos y afiliarse…”; “el ejercicio de tal derecho sólo podrá estar sujeto a las restricciones previstas por la ley que sean necesarias en una sociedad democrática…”.
No obstante, luego la norma aclara que «El presente artículo no impedirá la imposición de restricciones legales al ejercicio de tal derecho cuando se trate de miembros de las fuerza armadas y de la policía».
¿Qué razones pueden alegarse para prohibir la sindicalización de los trabajadores de las fuerzas de seguridad? ¿Qué es exactamente lo que los distingue de otros trabajadores?
El criterio restrictivo parece estar basado en que, debido a la función esencial de custodia del orden público, la sindicalización de las fuerzas de seguridad afectaría el orden social y la paz pública.
Por otra parte, parecería que, en todo caso, cuando las fuerzas de seguridad no cuentan con mecanismos formales para hacer conocer sus reclamos como sí los tienen otros trabajadores, el resultado es potencialmente más peligroso para la población porque la ausencia de canales formales para canalizar sus reclamos puede derivar en manifestaciones ilegales e inaceptables como el acuartelamiento que padecieron varias provincias argentina no hace tanto tiempo.
Sea como fuese, es claro que la relación estado-sociedad-policía se encuentra en un nivel crítico y sería bueno que se avanzara en un cambio de status que permitiese un nuevo diálogo sobre nuevas bases.
Y nos parece que la sindicalización podría aportar a que esto ocurriese…