El presidente persa se metió de lleno en la polémica, aun cuando desde el comienzo de su gobierno –el año pasado– parecía intentar una apertura hacia Occidente
En esta oportunidad, utilizó su cuenta de Twitter para defender al grupo terrorista Hezbollah, implicado directamente en el atentado a la AMIA.
La autoría del ataque fue ampliamente comprobada por la Justicia argentina. El 25 de octubre de 2006, un equipo de fiscales encabezado por Alberto Nisman acusó formalmente a Irán de haber concebido y ordenado el atentado y a la organización terrorista Hezbollah de haberlo ejecutado.
Aquel 18 de julio de 1994, un atentado terrorista voló la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires. El ataque dejó como saldo 85 muertos y más de 300 heridos. La furgoneta que impactó contra el edificio llevaba 400 kilos de explosivos y era conducida por Ibrahim Hussein Berro Mohsen, cuya familia vive aún en el Valle de Bekaa, corazón de Hezbollah.
Además de defender a la agrupación terrorista, catalogada como tal por Estados Unidos y la Unión Europea, cuestionó el tratamiento que el mundo le da al actual extremismo del Estado Islámico. Se preguntó por qué importa la religión o la secta de los yihadistas, «si es irrelevante».
Rohani obvió en su análisis que son los propios terroristas sunitas del ISIS los que se fijan en la religión para establecer los blancos. De hecho, sus principales matanzas son dirigidas hacia los pueblos de la minoría cristiana yazidí. O a los chiitas, que ocupan una gran porción del territorio iraquí.
Aun después de estas explosivas declaraciones, Rohani afirmó que la relación de su país con Estados Unidos «no tiene que ser hostil para siempre». «Un día esto cambiará», afirmó el jefe de Estado iraní en una rueda de prensa en Nueva York, donde participa en las sesiones de alto nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas.
