En el seno de La Cámpora ya hay varios sectores que cuestionan la conducción de Máximo y no quieren ser simples peones en las estrategias de Cristina. Tensión y disputas.
Parece que las diferencias en el seno de la Cámpora, que antes eran conceptuales, se volvieron decisivas. Esas miradas disímiles se vuelven cada vez más pronunciadas dentro de la organización que conduce Máximo Kirchner.
Por un lado, la consagración de la tensión entre dos grandes sectores se cristalizó el pasado 26 de febrero, cuando Eduardo “Wado” de Pedro –camporista, línea académica– juró como secretario general de la Presidencia.
Dos de los integrantes de la cúpula de la organización, el diputado nacional Andrés “el Cuervo” Larroque, y el diputado provincial José Ottavis, le habían “sugerido” que rechazara la invitación de la jefa de Estado de sumarse al Ejecutivo: “No aceptes el cargo, no te conviene, o vos querés ser lo que era (Oscar) Parrilli, el granadero de Cristina”.
Ese insinuante reclamo ayudaría a explicar los nervios que tenía De Pedro esa tarde durante el acto de jura. Mientras los militantes explotaban de fervor, Ottavis, sentado en primera fila, fue el primero en interrumpir el aplauso, notoriamente incómodo. La mirada perturbadora de Larroque también reflejaba sus cuestionamientos sobre el ascenso de De Pedro.
La tensión dentro de la agrupación juvenil también tiene que ver con las candidaturas del kirchnerismo. De Pedro refleja un sector un poco más dialoguista y menos combativo, hoy inclinado hacia el sciolismo. Aceptan que sin votos no se gana una elección.
Su visión aperturista quedó confirmada esta semana, cuando trascendió que el propio Wado se encargó de enhebrar las negociaciones para invitar a Marcelo Tinelli a la residencia de Olivos. Máximo Kirchner y el poderoso conductor hablaron sobre el futuro de la AFA, una inquietud personal de Tinelli. Lo hicieron justo cuando el Gobierno necesita que el conductor evite definiciones filosas al aire sobre temas incómodos como el cepo al dólar, por ejemplo.
Afirman que Larroque y Ottavis no se sienten parte de lo mismo que De Pedro, cercano a Mariano Recalde, titular de Aerolíneas y flamante precandidato a jefe de Gobierno, y a Julián Alvarez, viceministro de Justicia. La grieta es también teórica: armadores en el barro vs. cuadros técnicos.
Es por eso, que hoy más que nunca algunos de ellos sueñan con que su Jefa promueva un candidato puro y joven como el ministro de Economía, Axel Kicillof. Se olvidan de que al peronismo no le gustan las sorpresas.