Los frentes nacionales buscan votos y futuros aliados. Los partidos locales, en algunos casos, un nombre que los empuje a la victoria. Hasta ahora son pocos los que definieron. Pulti frente a una difícil encrucijada….
Aquella idea de conformar un partido provincial, nunca prosperó, o, mejor dicho, no funcionó. Hoy por hoy el vecinalismo se encuentra desparramado y adherido, en su gran mayoría, a los diferentes frentes nacionales, por lo menos en lo que a lo electoral se refiere. A nivel local conservan nombre y bloque, pero llegado el momento de sufragar el votante encuentra la boleta pegada a otra fuerza.
Los porqués son varios, pero el principal tiene que ver con la necesidad de lograr un arrastre de votos que sólo puede conseguirse de la mano de un presidenciable o una figura legislativa de peso. Por supuesto, en caso de que esa fuerza nacional sea la que gobierne, actualmente el FpV, después seguramente también haya algún premio, alguna obra, algún adelanto extra.
Los tiempos se acortan y las gestiones de Cristina Fernández en Nación y Daniel Scioli en Provincia van llegando a su fin. O sea: es momento de escuchar nuevas ofertas, nuevas propuestas. Sin destino prefijado, la gran mayoría de los vecinalismos, aunque ahora estén jugando a full con el FpV, paran la oreja y ojean encuestas. Charlan con todos, no le cierran la puerta a ninguno.
El individualismo que caracteriza a los partidos vecinalistas hace que tengan la posibilidad de no casarse con nadie y, cada dos o cuatro años (casi siempre cada cuatro), renovar o rescindir contrato.
En caso de rescindir, las opciones son dos: celebrar uno nuevo con una fuerza nacional mejor posicionada o salir
a la cancha vestidos realmente de vecinalistas.
De estos últimos cada vez hay menos. El más destacado es el del intendente de Tres Arroyos, Carlos Sánchez, que, por más que tiene un excelente vínculo con Nación, a la hora de la elección va con la boleta corta. Otro que hizo lo propio fue el Propin pinamarense, que en la última legislativa les pegó una importante paliza al resto de los contricantes, y de cara a 2015 no duda: también irá con la papeleta suelta.
Los casos, los intereses y los porqués del juego a llevar adelante son de los más variados. Y todos (o casi todos) se pueden encontrar en la Sexta sección electoral, donde conviven el vecinalismo kirchnerista, el vecinalismo massista y el vecinalismo puro. Por supuesto, como están las cosas en la actualidad, lejos de mostrarse unidos, suelen cruzarse con durísimas acusaciones.
Entre los primeros se encuentran Coronel Suárez (Ricardo Móccero), Coronel Rosales (Oscar Holzman) y Gonzales Chaves (José Martínez), que en principio volverán a apostar al FpV. El más vehemente es Móccero, quien alguna vez dijo que antes de pasarse al massismo prefería estar muerto. El más dubitativo es Holzman. Al reemplazante de Starc le atribuyen una relación muy cercana con el bahiense Dámaso Larraburu.
Por el lado del massismo, cobijados en la denominada Liga Vecinalista de la Sexta, están Compromiso Pringles (Coronel Pringles), Acción por Villarino (Villarino), Una Nueva Oportunidad Suarense (Coronel Suárez), Unión Vecinal de Patagones (Patagones) y Juntos Por Dorrego (Coronel Dorrego). Vale aclarar que, al igual que sucede con los K, pese a las reuniones y a las buenas migas, no todos definieron su adhesión al Frente Renovador.
Por caso, el presidente del bloque de concejales de Juntos Por Dorrego, Hugo Segorola, tras una extensa reunión con el mismísimo ex intendente de Tigre, aclaró tiempo atrás que todavía no integra el massismo, y que durante el encuentro “hablamos más de una hora con Massa de cuestiones políticas y posibles adhesiones, pero no hay ninguna cuestión definida”.
¿Y por casa?. Complicado….se sabe por estas horas que la orden recibida por Gustavo Pulti es competir en las PASO dentro del Frente Para la Victoria. Parece que esta vez la estrategia marcada desde Balcarce 50 es la de dar una sensación de fuerza «juntando» todo dentro de esas siglas.
La posición no es cómoda para el jefe comunal que de esta forma queda indisolublemente atado a la imágen de Cristina y seguramente pagará un precio elevado por ello. Su electorado ha sido generalmente de gente independiente y este núcleo no parece hoy muy enamorado del gobierno.
Además sus viejos aliados del «peronismo residual» van a estar en esta ocasión en las trincheras del massismo.
La campaña arrancó y los partidos vecinales lo saben muy bien. Las posibilidades son muchas y el juego está abierto. Algunos tienen claro cómo van a jugar, pero prefieren escuchar todas las ofertas y después, allá por marzo, oficializar la decisión. Nunca es tarde para cambiar.