Los «Salieris» de Arroyo: ¿quién se prueba las pilchas que vas a dejar?

(Por Adrián Freijo)2017 será muy movido en la política nacional y Mar del Plata será centro de esos temblores. Carlos Arroyo deberá cuidarse de los ajenos, de los propios y de él mismo.

La inauguración de la planta de Havanna en el Parque Industrial puede ser considerada un aperitivo de lo que se viene. Por expreso pedido del presidente, y pese a algunos tibios intentos de la gobernadora Vidal en el sentido contrario, se le prohibió al intendente Arroyo hacer uso de la palabra. «¿Qué pasa si dice alguno de sus habituales disparates con el presidente parado a su lado?» se preguntaba un encumbrado ministro provincial al que le han encomendado la tarea de convertirse en «el lazarillo de este ciego político» como crudamente han bautizado a Zorro Uno.

La idea que por estas horas sigue en punta es la de tratar de llegar lo más lejos posible sin producir una crisis institucional, aunque cada semana una nueva patinada empuja la razón para el lado de quienes sostienen que hay que hacer cirugía mayor cuanto antes.

El más influyente de los integrantes del gabinete provincial, el mismo que hace dos meses operó para que se hiciese público el ultimátum de Vidal a Arroyo en aquella recordada reunión de Chapadmalal, sostiene que «hay que aprovechar que el hombre tiene un 67% de imagen negativa y pasarlo a cuarteles de invierno» para especular luego «¿qué pasa si con obras y apoyo levantamos el muerto y después termina traicionándonos con el peronismo o con Massa?».

Esta última opción, que no disgusta al cascoteado líder de Agrupación Atlántica deseoso de volver a un peronismo que insólitamente cree poder liderar, no parece hoy la más viable.

Pero lo que si aparecen en superficie son las maniobras no muy claras del renovador Lucas Fiorini que por un lado le «presta» a Arroyo su voto para aprobar medidas que desde sus propios aliados le discuten y por otro negocia con los referentes de Cambiemos la posibilidad de convertirse en el sucesor del viejo profesor en la intendencia.

Difícil panorama el del intendente; como pocas veces antes encarna la tanguera estrofa que prevenía «cuando manyes que a tu lado se prueban la ropa que vas a dejar» y lo peor es que en este caso cuesta saber quien está esperando para pegar el manotazo.

¿Los radicales, convencidos de que tienen más posibilidades sin Arroyo y su escatológica Armada Brancaleone?;

¿Lucas Fiorini, aliado a la estrategia de su nuevo jefe –el del centro comercial que lleva su nombre– que lo embaló en la estrategia de «gastar pero no voltear», ya que está convencido que el deterioro del intendente va a obligar al PRO a negociar con su multimedio para lograr algún apoyo de cara a las elecciones del año próximo?

¿El macrismo puro, encarnado en Rodriguez Larreta -furioso por el destrato a su pollo Agustín Cinto– y el propio Mauricio que no quieren ni oír hablar del singular personaje que se ha convertido en uno de los intendentes más rechazados de la provincia?.

¿Sus viejos aliados, que mascullan rencor por sentirse abandonados por el lord mayor, afecto según dicen a hacerse el distraído cuando de apoyar a su gente se trata?. En este rubro el listado es largo y heterogéneo pero pugnan por la punta  Serebrinsky, Cano -cada vez más enojado con su ex aliado- y últimamente Emiliano Giri que no se sintió acompañado en el «durante» de su calvario y mucho menos en un «después» en el que creyó merecer una reivindicación que nunca llegó.

¿El pultismo, que nunca va a dejar de tener la sangre en el ojo por las hasta ahora no probadas acusaciones de Arroyo y su gente en toda la campaña y en la medida que crece en las encuestas puede verse tentado a  enancarse en la bronca de la gente e ir por más?.

¿O él mismo, empecinado en no rodearse de gente capaz que pueda analizar para él la realidad a la luz de la verdadera política y no de esta mezcla de estrategia bélica, catón moral y chamuchina populista que termina siendo un acertijo inentendible para quienes piden calles arregladas, limpias, iluminadas y señalizadas?.

Nadie puede saberlo; lo cierto es que el tiempo pasa, los problemas se multiplican, las traiciones están a la vuelta de la esquina y, parafraseando una popular propaganda de bujías para automóvil, todos nos preguntamos: «Y…¿arranca o no arranca?»