Luca Vildoza y el desafío de aprender a volar

El talentoso basquetbolista marplatense se despidió de Quilmes entre lágrimas tras una excelente última temporada en Argentina antes de incorporarse al Baskonia de la exigente Liga Española de básquet.

Por Florencia Cordero

Por Florencia Cordero

Irrumpió en la Liga Nacional como un torbellino con una calidad sobresaliente, pero cargado de ansiedad y con notable irreverencia, propia de cualquier chico que se sabe con talento y quiere demostrarlo en cada pelota. Transitó los primeros pasos con desparpajo y siempre contó con el guiño de sus entrenadores para fluir con libertad entendiendo que había muchas cosas por pulir.

Quilmes siempre fue su casa y los hinchas lo adoptaron con orgullo de inmediato como la gran promesa de la cantera del club. Supo hacer explotar Once Unidos con sus triples inverosímiles, sus picantes asistencias y su amplio repertorio de movimientos en penetración. Pero no sólo deleitó al público Tricolor sino que también logró conquistar a todos los amantes del básquet con su magia. Ya en su temporada de despedida, con la responsabilidad de ser el capitán del equipo, se adueñó de los espacios en el Estadio Polideportivo, donde también brilló con sus cabriolas y manejó los hilos con un poco más de aplomo, aunque reconoció que siempre extrañó el reducto de Falker y Roldán.

A los 21 años, después de seis temporadas con el “cervecero”, finalmente llegó el día en el que Luca Vildoza dejó de ser “el pibe de Quilmes” para convertirse en un engranaje más dentro del mejor básquet FIBA del mundo. Lo espera una competencia de elite como la Liga ACB de España en la que deberá madurar a pasos agigantados para ganarse el lugar que merece en un equipo como el Baskonia con gran tradición de jugadores argentinos consagrados.

Luca ya no podrá girar la cabeza hacia la tribuna y encontrarse con la mirada de aprobación de su abuela, ni con el aliento de su mamá o la expresión atenta de su papá, Marcelo, hombre de mil batallas en la Liga Nacional. Su sensibilidad a flor de piel lo llevó a elegir quedarse un año más en Argentina para que la transición sea más llevadera, pero su partida era inexorable y llegó la hora de la verdad. Ahora empieza otra parte del camino, la más exigente y la de mejor desarrollo para poder encontrar su verdadero techo. Condiciones le sobran. Con temple, disciplina y paciencia, el futuro exitoso de Vildoza en el exterior estará garantizado.