La imagen se contrapone a la que muestra en nuestro país madres que son arrastradas con sus hijos a las protestas sociales o los llevan por propia voluntad. Para reflexionar.
Nadie mejor que una madre puede llevar a su hijo por el buen camino. Los retos a los que se enfrentan los progenitores son de distinta índole, desde enseñar modales hasta ayudar a decidir el futuro de su prole, una constante batalla que libran día y noche. Este lunes se produjo en Baltimore, una ciudad sitiada por los disturbios raciales, un caso extremo en el que solamente los golpes maternos consiguieron reconducir a un adolescente que lanzaba proyectiles a la policía junto a un grupo de encapuchados.
La historia se ha ‘viralizado’ en las redes rápidamente y muchos tildan a la por ahora desconocida mujer que reprende a su hijo como la ‘madre del año’.
Según han corroborado varios medios locales, la mujer reconoció a su hijo por televisión entre un grupo de manifestantes que estaban enfrentándose con la Policía. Sin dudarlo, se presentó allí decidida a llevarse a su hijo como fuese y aunque no ha trascendido si trató primero de disuadir al joven mediante la palabra, finalmente lo hizo por la fuerza.
La mujer se ha convertido en una heroína para muchas madres de EEUU, incluso la policía se ha hecho eco de lo sucedido. Durante la rueda de prensa de este martes del comisionado policial Anthony Batts, la historia ha sido puesta como ejemplo: «Si observas la escena, tenemos a una madre cogiendo a su hijo con el rostro encapuchado y golpeándolo en la cabeza porque ella estaba muy avergonzada. Ojalá tuviéramos más padres que se hacen cargo de sus hijos».
No sabemos si estaba realmente muy avergonzada, pero lo que es seguro es que estaba bastante enfadada ya que se puede observar cómo descarga una lluvia de certeros golpes al joven, que trata de quitársela de encima mientras se aleja del lugar y su medre le grita «quítate esa jodida máscara».
Zarandeos, empujones, tortazos y agarrones con un solo objetivo, evitar a su hijo una posible situación peligrosa. Al final lo logra, le quita la capucha -el va de negro de pies a cabeza- y lo consigue alejar de los manifestantes.
Esta curiosa historia brilla dentro de la oscuridad que se cierne estos días sobre Baltimore, donde la muerte del joven afroamericano Freddy Gray tras ser detenido por la Policía, ha desatado una ola de disturbios y ha provocado que se declare el estado de emergencia y se establezca un toque de queda.
El balance por ahora es de 15 policías heridos, seis de gravedad y 27 detenidos durante la noche del lunes, en la que la ciudad sufrió enfrentamientos, vandalismo y saqueos.
Hay un chico que con seguridad no volverá a participar en la revuelta, un chico al que no pudo reducir la Policía, pero sí su madre.