Mientras la discusión parece centrarse en cuanto hay que pagarle a la empresa encargada de la higiene urbana, la ciudad muestra día a día más síntomas de una suciedad que ya se vuelve peligrosa.
La proliferación de roedores, la invasión de moscas y mosquitos por doquier, las desagradables pruebas de la presencia de una cantidad insostenible de palomas y la visión de miles de cucarachas transitando con pimpante donaire por calles y domicilios son pruebas palpables de que la limpieza ha dejado de ser prioridad de las autoridades y de la población.
En sentido contrario a lo que ocurre en todas las ciudades civilizadas del mundo, es común observar la desaprensión con que la gente saca a sus mascotas a la calle para hacer sus deposiciones por doquier sin tomarse, en la mayoría de los casos, el simple trabajo de levantarlas y colaborar de esa manera con algo tan sencillo como la calidad de vida y el respeto al semejante.
Se da entonces un conjunto de acciones públicas y privadas que nos ponen en la triste situación de ser una ciudad sucia, de gente sucia y con altos riesgos de contaminación y multiplicación de enfermedades.
Pequeñas y grandes cosas de la vida cotidiana en las que también mostramos una involución permanente, lastimosa y muy difícil de revertir si no existe la voluntad común de vivir mejor y permitir que los otros lo hagan.
Mar del Plata está sucia….pero la pregunta que todos debemos hacernos es más profunda y preocupante…¿Mar del Plata ES sucia?.
Que cada uno, en la soledad de su conciencia, lo responda.
