MAR DEL PLATA: LA CIUDAD DEL ETERNO FUTURO

Mar del Plata cumple 141 años de vida y, pese a tantas cosas que parecen faltar, el balance es más que positivo. Cambiado el contexto nacional el futuro es un desafío.

Mar del Plata encuentra este nuevo aniversario con muchos problemas que solucionar.

A los males de este tiempo -inseguridad, exclusión social, falta de reglas claras para asegurar un buen nivel de inversiones- nuestra ciudad le suma la rémora que arrastra por un histórico desinterés para resolver una constante en el camino del desarrollo.

Siendo una de las pocas ciudades del mundo en la que conviven tantos modelos de crecimiento económico -la pesca, el turismo, la industria y el agro- rara vez ha logrado complementar esas actividades en un camino común, pensado y equilibrado en función del conjunto.

Sin embargo el balance es positivo. El crecimiento en infraestructura de los últimos años, que modernizó la base sobre la que debería sustentarse el futuro, le permite ir resolviendo cuestiones que será necesario dejar atrás al momento en el que aparezcan esas reglas de juego que permitan invertir para crecer y crecer para desarrollarse.

Como todo el país Mar del Plata tiene por delante el desafío de resolver la cuestión social que claramente se encuentra presente a cada paso que damos por la ciudad. Y tal vez lleve años conseguirlo pero es de suponer que en un contexto de trabajo y plena actividad ello será posible, como lo ha sido en otras sociedades devastadas por estos u otros problemas.

Se trata entonces de confiar, de no temer a los cambios que sobrevendrán y sobre todas las cosas adquirir ese sentimiento de pertenencia y de comunidad que tan difícil ha sido conseguir, de la mano de una comunidad construida en base a las migraciones internas.

Este último fenómeno, tan presente entre nosotros, ha ido moderando sus consecuencias con el paso de los años y el advenimiento de más y más generaciones de marplatenses que van consolidando sus lazos con la ciudad en la misma medida en que se moderan los que a sus padres y abuelos mantenían aferrados a su terruño de origen.

141 años son muchos y a su vez no son nada. Seguimos siendo una ciudad joven y vital que sólo necesita de la planificación y el esfuerzo para lanzarse hacia adelante con toda la potencia de sus posibilidades.

Hoy pareciera que por fin comenzamos, aunque con tropiezos, a caminar en ese sentido. El cambio del histórico eje «centro-mar» que intenta la actual administración con el traslado del centro cívico hacia el oeste puede ser el inicio de una nueva etapa de desarrollo que permita un equilibrio hasta ahora inexistente.

Todo está sujeto a discusión y esa discusión es buena y vivificante. Pero lo importante es que tomemos nota de que hay un futuro, hay un proyecto que debe ser común y que encuentra en esta historia pasada las bases para sustentarse.

Y que más allá de cualquier otra cuestión, por atendible que sea, Mar del Plata tiene un futuro luminoso que será realidad en la medida en que todos lo tomemos en nuestras manos.

Como hicieron los fundadores y como debemos hacer de aquí en adelante.