Mar del Plata: lejos de lo soñado vamos por lo necesario

Por Adrián Freijo Tal vez los fundadores y sus continuadores mientras las cosas lo permitieron, habrán soñado una ciudad distinta. Pero ese tiempo «ya fue» y la necesidad nos obliga a todos.

Mar del Plata no tiene trabajo, ni va a tenerlo si lo espera de actividades tradicionales que ya no se mueven bajo las reglas de antaño.

La construcción y los insumos que utiliza ya no requieren la cantidad de mano de obra que demandaban en otros tiempos y los plazos de entrega se han achicado en dos y tres veces.

El turismo se ha dispersado en el país al mismo tiempo que se ha internacionalizado. Y aunque crezca el miniturismo durante todo el año, las últimas temporadas muestran una caída sensible en la demanda y sobre todo en la generación de nuevos empleos. Tal vez el ejemplo más impactante lo encontremos por el lado del gremio gastronómico: este año hubo un 50% de caída en la toma de personal temporario.

La pesca nunca volverá a los niveles de producción y mano de obra de hace unas décadas. La industria fresquera camina hacia su desaparición y la congeladora, adoptada como sistema en el mundo entero, requiere menos trabajo en tierra ya que la elaboración se hace a bordo. Insistir en una forma  antigua y fuera del sistema internacional es tan absurdo que...los resultados están a la vista.

Sin embargo parece que lejos de entender que lo que está en juego es el futuro de la ciudad, nuestras autoridades siguen trabadas en discusiones abstractas, promesas grandilocuentes y, lo que es peor, paralizadas por presiones de intereses que parecen hacer de la decadencia un gran negocio.

Una vez más aparece el debate acerca de las grandes superficies. Que van a cerrar centenares de negocios, que se perderán miles de empleos, que van a monopolizar los precios…y todos los pretextos que hace más de una década esgrimen los interesados en que nada cambie en una ciudad en la que todo indica que el cambio debe ser copernicano.

Lo dijeron cuando llegaba Carrefour, cuando se abrió el Shopping Los Gallegos, más acá con el Paseo Aldrey. Y lejos de ocurrir lo que se predecía, se valorizaron la propiedades y negocios aledaños y se terminó por generar más empleo.

Ahora es Easy y ya esperan turno Jumbo, Walmart y Coto. Y para todos habrá seguramente un guijarro en el camino. Como está pasando con los dos centros comerciales gigantescos que están por instalarse en Avda. Constitución o el proyectado para la manzana del ex Superdomo.

Tal vez hayamos soñado una ciudad distinta y ya no tiene sentido discutir si el no haberla conseguido se debe a nuestros propios errores o a una situación general que depositó a la Argentina en un plano inclinado imposible de enderezar. Y detenernos en ese debate sería seguir perdiendo el tiempo.

Cambiemos entonces; aceptemos que por este rumbo vamos a chocar y probemos, al menos una vez, por otro camino. Y dictemos rápidamente las normas que nos permitan crecer sin necesidad de sospechosas excepciones que nunca logran evitar un tufillo a corrupción que también marca a la ciudad y a su administración.

Bienvenidas las inversiones, los que aún con todos los problemas siguen apostando a Mar del Plata y a nuevas formas de comercio que, en todo caso, se convertirán en un desafío de competencia. 

Clausurando todo… nos va como nos va…