Maximiliano y Bartolina: dos en uno para la «cueca marica»

Bartolina Xixa es el personaje que encarna Maximiliano Mamani, quien supo romper la forma binaria de interpretar danzas andinas y la estética del travestismo.  Pero cree que ya cumplió un ciclo y le dice adiós.

El personaje llevaba al centro de la escena las típicas vestimentas de cholas bolivianas, con coloridas polleras y un pequeño sombrero, peinaba largas trenzas y se movía al son de cuecas, huaynos y también de danzas del folclore argentino.

El artista admite que ese personaje cumplió su ciclo, debido a que sintió que Bartolina fue «exotizada» y «utilizada», por lo que tomó la decisión de «abortar» a la destacada drag para ir en busca de otros caminos que le permitan «abrazar» su identidad.

«Bartolina Xixa fue un deseo. Nació para reconocerme como diferente», dijo Maximiliano Mamani, sobre el personaje que tomó presencia en diferentes escenarios y producciones artísticas en Jujuy y también Buenos Aires.

«Hay personas que me conoce como Bartolina. Cuando yo era chiquito, mi padre me decía Ban y mis amigos de la primaria, Iván. En la secundaria me reconocí como Maxi y luego me empecé a nombrar como Bartolina Xixa», rememoró quien entendió a esas instancias como «un proceso de sociabilización» que contribuyó a forjarlo como artista.

Mamani señaló a Télam que Bartolina Xixa fue un personaje que le permitió travestirse, encontrar «un lugar desde donde abrazar» su identidad territorial y cultural.

Aunque Bartolina Xixa «quedó atrás», Mamani anticipó que recuperó a su personaje para participar en el videoclip «Linda flor», interpretado por la cantora Paola «Añawita» Palacios, junto a Cristina Paredes.

«Ese personaje fue ‘exotizado’. Las lógicas del mundo tienen un hambre por la alteridad porque la estructura de lo homosexual occidental es aburrida e intenta sostener esa estructura creando la política de la inclusión», reflexionó. «Bartolina llegó a ser un mero entretenimiento para el aplauso de blancos heterosexuales que intentaban reactualizar su estructura abrazándome».

«Decidí usar la danza –continuó- como un vehículo de comunicación, de hablar de nuestra realidad que pasa por el sentir, la danza no está contando desde la argumentación de la palabra, sino que es un movimiento corporal que interpela a la gente desde muchos lugares», explicó

Consultado por lo que es una «cueca marica» manifestó que «bailar una cueca marica es volvernos a abrazar, es una estrategia frente al desarraigo que produce lo LGTBIQ+ y podernos abrazarnos como somos, entendernos diferentes a la norma».