Los anuncios de los gobiernos nacional y provincial sobre aperturas y fin de algunas restricciones fue tomado en forma inmediata por los candidatos del Frente de Todos. Una torpeza que abona la sospecha.
Aún en aquellos lugares como Mar del Plata en los que durante la pandemia los dirigentes del Frente de Todos trabaron cualquier iniciativa tendiente a mejorar la actividad económica -tiempo en el que desde el kirchnerismo y sus satélites se insistía que parches como el IFE, algún que otro bono y el congelamiento de precios eran suficientes para «mejorar la vida de los argentinos»- los dirigentes del sector esperaron apenas unos minutos desde los anuncios realizados por el gobierno nacional en cuanto al levantamiento de muchas restricciones para salir a batir parches sobre la pospandemia y la llegada de un tiempo mejor.
La caída de los contagios y el avance, todavía lento y errático, del proceso de vacunación ha generado en todos la sensación de que lo peor de este drama ya pasó. Pero hay cuestiones centrales que alimentan la sospecha sobre este súbito aflojamiento que es resuelto apenas se produce un resultado electoral catastrófico para el oficialismo y en el que todos los análisis sociales indican que el mal manejo de la crisis sanitaria, los escándalos vinculados a los privilegios vacunatorios y los referidos a la violación sistemática que desde el poder se hizo de las medidas que con mucha violencia moral y legal se aplicó al resto de la población tuvieron mucho que ver con el enojo social.
La desaparición de todos los hasta ayer sobrevaluados asesores sanitarios del presidente supone además un mensaje demasiado claro para ser ignorado: el manejo de la pandemia ha quedado ahora en manos de los políticos. Y eso no es muy tranquilizador para los argentinos…
Demasiadas coincidencias que despiertan sospechas. Nuevo gabinete y felicidad para todos.
Aunque el telón de fondo hable de millones de argentinos inoculados con tipos diferentes de vacunas -de cuya eficacia no existen certezas científicas unívocas- y otros tantos que hoy no podrían ingresar en la mayoría de los países del mundo que no reconocen como válidas las variantes rusa o china del medicamento aplicado en nuestro país. ¿Es disparatado dudar?, ¿responde a una actitud desestabilizante u opositora sospechar que podemos estar frente a una salida política al laberinto del enojo popular?. ¿Ha hecho algo la dirigencia argentina para evitar la desconfianza o el temor común de estar, una vez más, librados a la irresponsabilidad y la improvisación?.
Bienvenido todo lo que tenga que ver con la libertad y el mejoramiento de la calidad de vida. Pero cuidado con aplicar la demagogia y el oportunismo a una cuestión tan delicada como es la salud pública.
La celeridad con la que quienes perdieron por paliza en las PASO salen a hablar de pospandemia y aplaudir con entusiasmo un supuesto logro del gobierno, no hace otra cosa que acrecentar las dudas de la sociedad.
Ojalá sea solo una sensación…