MODERACIÓN O DESMESURA: LOS ESCENARIOS DEL PAÍS QUE VIENE

Las palabras del titular de la Corte buscaron un tono de moderación para sostener la visión de la justicia sobre el presente nacional. La respuesta, una vez más, fue desmesurada.

No es raro que dos personas o sectores tengan miradas diferentes sobre la realidad. Y tampoco es malo que ello sea así si el tono de la disidencia sirve para buscar la verdad, un valor que más allá de lo moral tiene siempre el agregado de la inteligencia.

Construir una verdad a gusto de quien lo hace es, sobre todas las cosas, una demostración de estupidez. ¿Para qué podría yo querer imponer mi visión si con ello me alejo de la realidad y de la capacidad de modificarla hacia un estado superior?.

Hay personas que creen que gritando «construyen verdad»; no se dan cuenta que en el mejor de los casos logran escenarios momentáneos que de nada van a servir si lo que quieren es conseguir resultados concretos.

Hitler, encerrado en su bunker del fracaso total, movilizaba sobre un mapa ejércitos inexistentes y ganaba batallas que nunca se iban a librar con el único basamento de un grupo de adulones que aplaudían su genio estratégico mientras los rusos, a escasos metros de semejante delirio, preparaban el asalto final.

Claro que mientras lo hacían, miles de alemanes murieron innecesariamente en una última defensa que sólo se sostenía en la necesidad de preservar el ámbito para los delirios del dictador.

Es probable que algunas cosas que dijo Cristina sean ciertas y algunas de las que respondió Lorenzetti no lo sean. Y también es probable que ambos estén convencidos de que sus dichos son la verdad.

Pero es tan diferente la imagen de un titular de la Corte reflexionando serenamente sobre las cosas del estado a la que nos devolvió una jefa del Ejecutivo, en un escenario armado para el aplauso fácil, a los gritos y desencajada, equivocando datos, sin autocrítica y buscando siempre en «el otro» la culpa de todos los males, que naturalmente la sociedad tiende a creer que también en este caso la mesura es verdad y la histeria esconde la mentira.

Y frente a una ciudadanía que pide a gritos un poco de moderación en la administración de la república, una cuota tan elevada de desmesura supone un alto riesgo para quien la ejerce.

Como si setenta años después las bombas siguiesen cayendo sobre el bunker.