Mucho se habló del encuentro entre el hijo del intendente y la pulposa vedette. pero mucho menos de las consecuencias que para el erario público pudo haber tenido el flechazo hot.
El martes el dividido bloque de Cambiemos logró por fin unirse; y fue cuando tomaron nota del ingreso de un pedido de designación con nada menos que cuatro módulos de retribución.
No es que a nuestros amables representantes les llame la atención el revoleo de módulos -ellos mismos tendrían mucho que explicar al respecto- sino porque quien se beneficiaba en este caso era una tal Mónica Dávila a la que pocos conocían como especialista, militante o profesional digna de semejante remuneración. Valga recordar que cuatro módulos equivalen a un sueldo cercano a los $40.000.
Claro que las cosas comenzaron a tener claridad cuando se supo que ese es el nombre real de la conocida y mediática Mónica Farro, la nueva amiga de Guillermo Arroyo. Parece que el joven edil habría encontrado en su compañera valores políticos suficientes como para proponer que entre todos le paguemos un sueldo nada desdeñable.
Un veterano concejal, que por estas horas se muestra bastante cansado de los desmanes «del padre y del hijo» decía socarronamente que en el intercambio «pierde el bueno de Guillermo. Si cuando ella viene acá «cobra» por acompañar, ¿qué le pasará a nuestro compañero de bancada si va a visitar a Suris (el novio de Farro) a la cárcel?».
Hubo desbandada de concejales por los pasillos, ecos de carcajadas…y retiro de la postulación. No siempre el amor es más fuerte…