NADA PASA

Julio Grondona parecía haber terminado sus días sin que la mano de la justicia lo alcanzara por tantos negociados y corruptelas que lo tuvieron como protagonista. No pudo ser.

En el informe que presentó el Ministerio de Justicia de Estados Unidos, el que pidió la extradición de 14 involucrados para juzgarlos, se menciona que «un alto oficial de larga trayectoria de la FIFA y de la AFA» pidió un «soborno de siete cifras» por la Copa América realizada en 2011 en Argentina. No hace falta ser demasiado inteligente para saber de quien se trata.

El capo de la AFA por casi cuatro décadas disfrutaba del saber que a su alrededor lo llamaban El Padrino. Fue moldeando una personalidad y unas maneras que mucho se parecían al estereotipo logrado por Marlon Brando en su personaje de Don Corleone y dicen los que frecuentaban su oficina en el organismo rector del fútbol argentino que en muchas ocasiones esa imitación llegaba al borde del ridículo.

No hace muchos años una investigación de la AFIP descubrió decenas de sociedades off shore en las que la huella de Grondona era indisimulable. El resultado era una millonaria evasión que en cualquier país serio hubiese terminado con Don Julio -o al menos con sus testaferros- tras las rejas. En poco tiempo todo quedó en el olvido.

Afín a todos los gobiernos, tuvo la impunidad suficiente como para comprar voluntades, aplastar enemigos y convertir al fútbol argentino en un negocio privado sujeto siempre a su única voluntad. Destruyó, prostituyó y ensució todo lo que pasó por sus manos.

Esas manos que lucían ramplonamente un gran anillo de oro con la inscripción «Todo Pasa» , frase que convirtió en un clásico de la impunidad argentina.

Tras su muerte pareció que nunca podría llegar la justicia; pero no fue así.

Todas las investigaciones que hoy encara la justicia de los EEUU giran en torno a pagos que en todos los casos pasaron por sus mano: era el tesorero del organismo corruptor y no había centavo que entrase o saliese sin su conocimiento.

Por supuesto que Julio Grondona ya no puede ir preso, pero seguramente muchos dirigentes en su cercanía tienen motivos para estar preocupados. Si algo tenía Don Julio era la «virtud» de repartir entre amigos.

Por eso muchos de ellos deben estar ahora pensando en correr a una joyería y comprar un anillo similar al de su amo de antaño pero que en este caso lleve la inscripción «Nada Pasa».

Algo que por estas horas ha quedado en evidencia.