Pese a los agoreros, mantuvo contra viento y marea su decisión de venir a Mar del Plata y apostar por la calle Rivadavia. Apenas arrancada la temporada algo quedó en claro: no se equivocó.
La previa del verano vino con el acompañamiento de una campaña de intensidad inusitada contra las posibilidades de una Mar del Plata a la que prácticamente se daba por muerta.
«No va a ir gente», «las compañías eligieron por Carlos Paz», «Mar del Plata es un curro y ya nadie se presta a que lo esquilmen», «ahora la Capital del Teatro se trasladó a La Villa», eran solo algunas de las afirmaciones que comenzaron en los grandes medios, se multiplicaron en las redes sociales y terminaron por hacer carne en la gente.
Muy pocos, y por cierto tibiamente, se animaron a salir al cruce de semejante armado comunicacional cuya motivación seguramente tuvo más que ver con el dinero que con la realidad.
Y en ese contexto de desánimo una voz se levantó por sobre todas y dijo lo que los demás no se animaban siquiera a balbucear: «esta temporada va a ser un éxito y Mar del Plata sigue siendo la Nro. 1 en turismo y teatro». Y poco pasó para que la realidad le diera la razón.
Omar Suarez, que de él se trata, llevó a su revista Cocodrilo a la histórica situación de ser el primer espectáculo cuya puesta se da en la calle Rivadavia y que ocupa uno de los cinco primeros lugares en cantidad de espectadores. Nunca antes esto había ocurrido con puestas que eran consideradas «secundarias» y un sistema de promoción presencial y boca a boca que le daba a las salas allí ubicadas un aspecto casi amateur.
Pero ocurre que la ciudad está a pleno, que todos los indicadores permiten abrigar optimismo y que en ese contexto el éxito de Cocodrilo tiene que ver con la calidad de la propuesta y no con ser «el tuerto en el país de los ciegos». Una revista con todo el condimento de aquellos grandes espectáculos de la historia del género y una apuesta de alguien que creyó en la plaza, se jugó por ella y salió a defender una ciudad que no siempre tuvo para él la misma actitud.
Cuando cesen las campañas, cuando los marplatenses nos demos cuenta de la necesidad de invertir en promoción y no quedarnos esperando que la arena, el mar y la ayuda de Dios con el clima hagan todo el trabajo, cuando en definitiva aceptemos que hay que competir y para ello el compromiso y la voluntad tienen mucho que ver, no deberemos olvidarnos de este Omar Suarez que, sin el glamour de otras estrellas que navegan para donde el viento empuja, se plantó ante las campañas, defendió a nuestra ciudad y apostó a ella.
Por suerte todo indica que la gente comenzó a devolver tanto compromiso.