«Operación Demolición»: el gobierno logró sacar a Cristina del barro

Anibal Fernández es el encargado de terminar con los vestigios de cualquier búsqueda de la verdad en la muerte del fiscal. Ahora la emprende contra la madre de la víctima.

La caída de la causa que investiga la denuncia de Alberto Nisman contra la presidencia y varios funcionarios y allegados del gobierno bien puede tomarse como un triunfo del kirchnerismo. Sólo en un país como el nuestro puede no investigarse lo que toda la población escuchó hasta el cansancio a partir de las grabaciones -todas realizadas por orden judicial- que el desaparecido funcionario dio a conocer horas antes de su muerte.

Porque aunque no hubiese delito -tal vez por pudor debería quitarse del código el nunca observado «tráfico de influencias»- lo allí dicho era de una gravedad suficiente como para al menos llevar adelante una investigación.

Ahora entramos en otra etapa y es necesario terminar de destruir la imagen de Nisman ante la opinión pública. Tildado ya de mujeriego o gay (queda al gusto de cada uno), enchastrado como corrupto y evasor, sólo queda entonces «recibirlo» de h.de p. Y nada mejor para ello que…convertir a su madre en un monstruo.

Y nadie mejor que el ubicuo Anibal Fernández para hacerlo. El dirigente emblema de la inmoralidad política nacional es a todas luces el comisionado del kirchnerismo para concluir la demolición de Nisman y todo lo que lo rodea.

«Si yo fuera fiscal, hubiera ordenado detener a la madre y hubiese allanado esto hace 80 días, para ver qué sucedió», disparó el jefe de Gabinete. «¿Qué hace la pistola en manos de la madre? ¿Qué sabe? ¿Cuántas horas estuvo en el departamento? ¿Había una carta suicida del fiscal? La presencia de esta arma cambia el eje, debe ser la primera vez que coincido con Arroyo Salgado», apuntó, aunque en realidad ya hace mucho que en las in mediaciones de la investigación se descuenta que la ex mujer de la víctima trabaja de consuno con la Casa Rosada y ha hecho todo lo necesario por frenar la investigación.

El funcionario justificó sus dudas sobre la figura de Garfunkel con varios argumentos que fueron desde el hallazgo del arma hasta su manera de actuar ante la muerte de su hijo.

«Nos llama la atención que, aún estando el cuerpo de Nisman en la morgue, su madre fue al banco a abrir las cajas para llevarse todo. Legalmente lo podría hacer, pero llama la atención que haya abandonado el duelo de su hijo», analizó.

«La actitud de la señora llama la atención hasta desde el punto de vista religioso, porque los judíos prestan una particular atención, guardan un profundo respeto por el duelo de los 30 días; lo viven con una intensidad mucho mas fuerte que los cristianos. Entonces, cómo no me va a llamar la atención que haya abandonado el duelo para abrir las cajas», sentenció.

Un verdadero disparate de grosería y mala intención. Dos elementos que han estado presentes en la causa desde aquellas recordadas primeras horas en las que la propia Presidente se encargó de abrir dos líneas distintas de investigación que aseguraran no llegar nunca a ningún lado.

Algo que siempre beneficia a los culpables, y que la gente copmprendió inmediatamente.