Orsanic: el hombre al que la guerra y el tenis le eligieron escenario

Por José Luis Ponsico (*) – Los especializados en el tema recuerdan a Daniel Orsanic a fines de los´90 como un buen «doblista». Al punto de alcanzar finales en Roland Garros.

De la generación de Franco Davin y Alberto «Luli» Mancini, no tuvo la misma fama.

Daniel y Branko Orsanic: de la guerra a la gloria en el escenario de Croacia

Daniel y Branko Orsanic: de la guerra a la gloria en el escenario de Croacia

Ahora, Orsanic, 47 años, valiosa historia de vida -su padre, Branko Orsanic, tenista croata, exiliado con su familia en medio de la segunda guerra en Europa- refugiados en la Argentina, ayudados por un grupo de sacerdotes, ahora con el reconocimiento de ser el sutil «estratega» de la hazaña.

Juan Martín Del Potro y Federico Delbonis, hijos de Tandil y Azul, respectivamente, lograron la célebre «Copa Davis», esa insigne «ensaladera» de plata que a la Argentina se le negó en otras ediciones. Incluso con tenistas que ocuparon lugares de privilegio en el ránking.

Guillermo Vilas y José Luis Clerc, en 1981 en Cincinnati, Estados Unidos, siendo 5to y 6to. entre los mejores del mundo, no lo lograron. Aquella vez los dos grandes tenistas no tenían la mejor relación y la leyenda cuenta que el tanto decisivo Argentina no lo ganó por desinteligencias entre ambos en el saque estando 7-6.

Daniel Orsanic volea y Lucas Arnold mira. Una buena pareja de dobles.

Daniel Orsanic volea y Lucas Arnold mira. Una buena pareja de dobles.

Tampoco funcionó el Doble argentino en Mar del Plata, en diciembre´08. David Nalbandián, por entonces, pugnó para que la final fuera a Córdoba y con Del Potro repitieron desencuentros de Vilas y Clerc.

En el´81 ganó Estados Unidos y en «La Feliz» ganaron los españoles con el valenciano David Ferrer, Fernando Verdasco y Feliciano López, aún sin Rafael Nadal. Aquella vez se vivió la máxima frustración y Orsanic todavía vivía lejos de la gran ilusión de ser parte de la hazaña.

En la tierra de sus padres, Croacia, en donde habían pasado los padecimientos de la segunda guerra en Europa, algo más de seis décadas después la gran consagración. Muy cerca de la emoción de su padre Branko, de 87 años. El amor por la vida y por el tenis. Por igual.

(*) Columnista de la Agencia Télam, AgePeBa. La Señal Medios y Libre Expresión