Para Francisco en Argentina existe «un rinconcito integrista»

Desde el Instituto de Dialogo Interreligioso, referentes religiosos analizaron el documento firmado en febrero por Francisco y el líder sunita Ahmed Al-Tayeb.

Durante su mensaje en el Palacio Apostólico vaticano, el pontífice destacó el encuentro organizado días atrás por el IDI, que encabezan tres argentinos: el rabino Daniel Goldman, el sheik Omar Abboud y el presbítero Guillermo Marcó, para reflexionar sobre el documento «Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común», que el Papa firmó en febrero con el líder del mundo islámico suní, Ahmed Al-Tayeb.

«Estoy convencido de que la particularidad y la sensibilidad de países y continentes diferentes puedan contribuir verdaderamente a una lectura detallada del Documento y a una mayor y eficaz comprensión del mensaje que transmite», planteó Francisco.

Entre los asistentes argentinos, además de Abboud, Goldman y Marcó, estuvieron el secretario de Culto Alfredo Abriani, el presidente del centro islámico Aníbal Bakir y el rector de la Universidad Nacional de Hurlingham, Jaime Perczyk.

«Nuestras tradiciones religiosas son una fuente necesaria de inspiración para fomentar una cultura del encuentro. Es fundamental la cooperación interreligiosa, basada en la promoción de un diálogo sincero y respetuoso», agregó Bergoglio.

Además, el pontífice advirtió por un «riconcito integrista» cristiano en Argentina, y aseguró que «el integrismo es una peste y todas las religiones tienen algún primo hermano integrista ahí, que se agrupa».

«Se trata de cambiar actitudes históricas. Me viene como símbolo una escena de la Chanson de Roland, cuando los cristianos vencen a los musulmanes y los ponen todos en fila delante de la pila bautismal, y uno con una espada. Y los musulmanes tenían que elegir entre el bautismo o la espada. Eso hicimos los cristianos. Era una mentalidad que hoy no podemos aceptar, ni comprender, ni puede funcionar más», desarrolló.

Entre el público estuvieron también el ex ministro de Economía de la Provincia de Buenos AIres, Rafael Perelmiter, y los directores del IDI Martín Maslo, Raúl Fernández y Carlos Giralt.

«El mundo constantemente nos observa a nosotros, los creyentes, para comprobar cuál es nuestra actitud ante la casa común y ante los derechos humanos», les dijo Francisco a los presentes.

En ese marco, les recordó que la realidad «nos pide que colaboremos entre nosotros y con los hombres y mujeres de buena voluntad, que no profesan ninguna religión, para que demos respuestas efectivas a tantas plagas de nuestro mundo, como la guerra y el hambre, la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, la corrupción y el degrado moral, la crisis de la familia, de la economía y, sobre todo, la falta de esperanza».

«La intención del Documento es adoptar la cultura del diálogo como vía, la colaboración común como conducta, el conocimiento recíproco como método y criterio», agregó.

«De ahora en adelante se puede afirmar que las religiones no son un sistema cerrado que no se puede cambiar, sino que están en camino», planteó, antes de sentenciar que «la fraternidad es una realidad humana compleja, a la cual se debe prestar atención y tratarla con delicadeza».

«¿Cómo cuidarnos recíprocamente en la única familia humana? ¿Cómo alimentar una fraternidad para que no sea teórica y se traduzca en auténtica fraternidad? ¿Cómo podemos hacer prevalecer la inclusión del otro sobre la exclusión en nombre de la propia pertenencia? ¿Qué podemos hacer para que las religiones sean canales de fraternidad en lugar de barreras de división?», se preguntó Bergoglio.

«Es importante demostrar que los creyentes somos un factor de paz para las sociedades humanas y así responderemos a quienes injustamente acusan a las religiones de fomentar odio y ser causa de la violencia», aseveró el Papa.

De frente a los miembos del instituto que el propio Bergoglio fundó en Buenos AIres en su época de arzobispo porteño, dijo que espera que ese mensaje «sea recibido por la comunidad internacional, para el bien de toda la familia humana, que debe pasar de la simple tolerancia a la verdadera convivencia y coexistencia pacífica».

Fuente: Télam