Debate: Pence y Harris dejaron una mejor imagen

La gran pregunta que todos se hacen luego del debate entre Kamala Harris y Mike Pence es: ¿quién ganó y quién perdió el debate vicepresidencial?. La respuesta, por ahora, queda abierta.

El cometido del vicepresidente Mike Pence del miércoles era parecer razonable y tranquilizador, después de días de incertidumbre avivada por el presidente Donald Trump. El gobernante había sorprendido a los votantes con su postura combativa en el debate de la semana pasada y posteriormente alarmó a la nación con el diagnóstico positivo de coronavirus.

Considerado desde esa perspectiva, la actuación de Pence en el debate con su oponente demócrata, Kamala Harris, logró su objetivo. Harris lanzó el ataque más duro de la noche en los minutos iniciales del debate, calificando la gestión del virus por parte de Trump como «el mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia de nuestro país».

Pence trató de defender la respuesta del Ejecutivo al coronavirus con un recuento selectivo de hechos clave, apoyándose en gran medida en la decisión de Trump de prohibir los viajes de China, pese a que el numero de muertes ha alcanzado recientemente los 212.000.

En otros momentos clave de la noche, Pence logró poner a Harris a la defensiva y esta no quiso responder sobre los planes demócratas para el Tribunal Supremo o si introducirían el llamado plan climático Green New Deal, que es poco probable que sea bien acogido en estados clave como Pensilvania.

Pero un vicepresidente que simplemente dé en el blanco no es suficiente para cambiar la dinámica en una carrera donde los republicanos van tan mal. La ventaja del demócrata Joe Biden ha aumentado a 9 puntos de media en las encuestas nacionales, y Trump ha tenido que tomar un descanso de la campana activa para combatir el covid-19, lo que suscitó un nuevo escrutinio sobre su vulnerabilidad.

Tanto Trump, de 74 años, como Biden, de 77, serían los presidentes de mayor edad que jurarían para el cargo si fueran elegidos.

Esa idea, mencionada desde el principio por la moderadora Susan Page, de USA Today, tambien recordó a los espectadores que las dos personas en el escenario el miércoles por la noche bien podrían estar preparándose para sus propias campañas presidenciales en 2024.

Harris, ella misma una veterana en media docena de debates de las primarias demócratas, logró sus puntos propios: primero, en el esfuerzo de la pandemia – «claramente no ha funcionado» – y luego al demostrar empatía y compasión por los trabajadores que se enfrentan a la destrucción económica provocada por el virus.

La propensión de Pence a hablar en fragmentos largos y con guiones resultó en gran medida efectiva, pero su negativa a dar la palabra a Harris o Page también arriesgó su posición ante los ojos de votantes mujeres, que su campaña necesita desesperadamente recuperar.

Sin embargo todos los analistas coincidieron en algo: este debate mostró un mayor respeto entre los contendientes, escasearon los ataques personales y en general el público pudo asistir a un abierto debate de ideas. Como imagen de civilización Pence y Harris quedaron muy por encima de la tormentosa imagen dejada por los candidatos presidenciales en un encuentro que fue calificado por todos como bochornoso.

Objetivos conseguidos a medias, la sensación de que nada cambia en la realidad existente antes del debate y la certeza de que ambos parecen tener las condiciones y la personalidad necesarias para el caso de verse obligados a tomar las riendas del país más poderoso del planeta.

Hasta el punto de dejar una imagen de mayor solidez e inteligencia que la de aquellos que los preceden en las fórmulas. Lo que no es poco…