Pesca: el problema que nadie quiere arreglar

(Escribe Adrián Freijo) – Son tantas como tardías las voces que se levantan en estos días clamando por el problema social que vive el puerto de Mar del Plata. Cristina Ledesma es la Secretaria General del SOIP y un testigo inigualable de lo que padecen los trabajadores en tierra del sector pesquero.

Es que la realidad del sector que ella representa evidencia la precariedad. De los cerca de 8 mil obreros y obreras, apenas 3324 están registrados, sin contar los temporarios.

Como el eslabón más débil de la cadena, en un país en el que los asalariados ocupan siempre ese triste lugar, los afiliados del gremio, y sobre todo los precarizados, están padeciendo desde hace dos décadas una caída tan constante como aguda de la actividad.

Lejos quedaron en el tiempo las promesas cuando, aquella gran marcha a Buenos Aires encabezada por el entonces Intendente Elio Aprile, o las decenas de discursos, acuerdos, convenios y otras puestas en escena que los empresarios del sector y los sucesivos gobiernos llevaron adelante cuando sentían que «las papas quemaban».

Y que muchos dirigentes gremiales aceptaron sabiendo que sólo se trataba de ganar tiempo, aunque en esa mansa actitud dejaran indefensos a quienes tenían que representar.

Nadie hizo nada, ningún poder del estado se ocupó seriamente del sector y la pesca fue entonces languideciendo hasta ponerse en condiciones de desaparición como ocurre ahora.

El gobernador de la provincia, como sus antecesores, ha omitido constantemente que la nuestra es una región recostada sobre el Atlántico y que la actividad debería ser uno de los motores económicos más dinámicos.

Como tampoco ha tomado nota el gobierno nacional, siempre tan proclive a dibujar la creación de millones de puestos de trabajo, tan sólo dedicado a entregar un miserable subsidio a quienes se han quedado para siempre al costado del camino.

Más de cuarenta años de desidia e indiferencia, la demagogia y la mentira como única propuesta, han destruido el sistema pesquero nacional.

Que ya no tiene solución y que hoy depende de inversiones externas que en esta actividad suelen tener un único sentido: la depredación.

En los años 70 la organización gremial que hoy conduce Ledesma penosamente, contaba con 25.000 afiliados. Hoy apenas superan los 3.000.

Los números hablan sólos y ya no se puede seguir lanzando culpas sobre tal o cual gobierno del pasado.

Porque «la única verdad es la realidad» y esto parecen haberlo olvidado quienes repiten como loros las chispeantes ocurrencias de quien dicen fue su líder pero al que ninguno parece querer seguir de cerca.

Y el pescado…sin vender.