Pobres: los K no quieren aceptar y tampoco les interesa saber

El gobierno salió al cruce de la medición  del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA y se apresuró en descalificarla. Sin embargo insistió en que no la medirá oficialmente.

Ayer nomás, sorprendió a propios y ajenos el dato que aportó la Universidad Católica Argentina, respecto de que la pobreza aumentó por cuarto año consecutivo y alcanza a 12 millones de personas, mientras que dos millones de ellas viven por debajo del nivel de indigencia.

Los resultados surgen del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) y revelaron que 28,7% de la población del país está en situación de pobreza, 1,3% por encima de la medición del año anterior.

«Esta tendencia de la pobreza, que no se detiene pese a que se estén aumentando los planes sociales, tiene como principal motor el factor inflacionario y la falta de creación de empleo», aseguró Agustín Salvia, investigador jefe del ODSA.

El estudio de la UCA determinó que una familia tipo necesita al menos tener ingresos por 5.717 pesos mensuales para no ser pobre, de acuerdo con los cálculos de una Canasta Básica Total (CBT) propia. La cifra es más del doble de los 2.026 pesos que calcula el INDEC para el mismo ítem.

Sin prisa, pero sin pausa, esta mañana el jefe de Gabinete de la Nación, Aníbal Fernández salió a descalificar esos números: “La Argentina extinguió el hambre y la pobreza”, aseguró el funcionario.

Y añadió respecto al mismo documento: «Es falaz, pésimo, sin sentido. Inventaron un número. No creo nada lo que mide la UCA».

A pesar de las quejas del gobierno, el estudio de la UCA es el más serio en la actualidad. Se trata de algo que comenzó en 2003 para contar con información sistemática del estado del desarrollo social del país.

A partir del momento en que las estadísticas del Indec comenzaron a perder credibilidad, se incluyó en los informes anuales la medición de la indigencia y de la pobreza mediante el ingreso para que esa problemática «no perdiera visibilidad».

La UCA incorporó, así, el método de comparar los ingresos totales de los hogares con el valor de la canasta de bienes y servicios de subsistencia, lo que permite como resultado tasas de indigencia y de pobreza muy diferentes a las estadísticas del Indec.

A partir de 2010, la muestra comprende un universo de 5.700 hogares, lo cual permitió ampliar la cobertura y reducir los errores de estimación, explicaron en la UCA a diario La Nación en septiembre del año pasado.

El propio Salvia explicó, en respuesta a críticas por un informe de esos días, que «el factor central que incide en el cálculo de los niveles de indigencia y de pobreza medidos por ingresos es la determinación del valor monetario de la canasta básica alimentaria (CBA) y la canasta básica total (CBT)».

Mostró, así, diferencias con las mediciones del Indec desde 2007, dado que «la manipulación del índice de precios general (IPC) generó valores para dichas canastas cada vez más alejados de la realidad».

En el mismo sentido, Salvia aportó una visión interesante, enriquecedora: «El problema tiende a quedar encerrado en una discusión sobre las verdaderas cifras de la pobreza, perdiéndose de vista lo importante: la existencia de un núcleo duro de exclusión que ni el crecimiento económico ni los programas de transferencia de ingresos han podido resolver, y que la inflación indefectiblemente agrava».

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