El docente Miguel Angel Porro, al que una alumna le puso veneno para ratas en su botellita de agua, dijo que «no tiene más ganas de dar clases».
El profesor Miguel Ángel Porro convocó a una conferencia de prensa y admitió, al borde de las lágrimas, que baraja dejar la docencia.
El docente, que dictaba en ese establecimiento la materia Construcción de Ciudadanía, relató que todas las mañanas, cuando iba a la escuela, compraba una botella de agua en el bar, dado que es diabético e ingiere líquido por «indicación médica».
«Ese día compré una botella y fui a dar clases. La puse en el escritorio y, antes de que terminara la clase, viene un grupo de chicos de otro año a buscar un libro de temas y se lo llevan», indicó y agregó que luego fue hasta la puerta del aula para llamar la atención a otro grupo que estaba en hora libre y «hacían un poco de lío».
Porro señaló que, al salir del aula, tomó «una pastilla para la diabetes y un sorbo de agua de la botella», tras lo cual se le acercó uno de los chicos que había ido a buscar el libro de temas y le advirtió que «una de mis alumnas le dijo que le había puesto veneno para ratas».
«Miré la botella y estaba blancuzca, opaca y con pintitas como amebas de aceite», detalló, tras lo cual otra alumna le dijo que la chica había contaminado el agua con «veneno para cucarachas».
Asimismo, otra de sus alumnas dijo haber visto a la acusada «abrir la mochila, sacar un frasquito pequeño con líquido blanco y ponerlo en la botella», sostuvo el docente.
Porro indicó que comenzó a sentir «la boca y la garganta hinchada, con un brote de alergia», por lo que fue trasladado a terapia intensiva, donde le colocaron sueros e inyecciones para que «no se formen coágulos en la sangre».
«Estoy pensando seriamente en dejar la docencia, porque es como hablar en el desierto», reconoció el profesor.