Con seis derrotas seguidas a cuestas, el «tricolor» recibe esta noche a Boca en Once Unidos en la recta final de la fase regular de la Liga Nacional de Básquetbol.
Es el momento de ganar para Quilmes. De lo contrario, puede lamentarlo más adelante. El «tricolor», inmerso en una crisis de resultados (habría que profundizar para determinar si también es crisis de juego), recibirá desde las 21 de hoy a Boca Juniors, en el estadio de Once Unidos.
La caída del miércoles ante La Unión, también en Parque Luro, significó la sexta derrota consecutiva de Quilmes, que apenas ha ganado uno de sus últimos ocho cotejos. ¿Cuál? Ni más ni menos que el superclásico ante Peñarol.
De estos siete partidos perdidos, cuatro de ellos fueron en Once Unidos, escenario que había podido mantener invicto durante la mayor parte de la temporada regular.
¿Qué le ha pasado a Quilmes? Evidentemente las lesiones que se tradujeron en prolongadas ausencias (Lucas Ortiz, Federico Marín, ahora Luis Cequeira) conspiraron contra el funcionamiento colectivo y generaron no pocos inconvenientes.
El problema mayor radica en que el conjunto de Leandro Ramella se ha vuelto muy vulnerable atrás. Es cierto, adelante ha respondido mejor, con algún respaldo más adecuado para el siempre rendidor Walter Baxley (20,5 puntos por juego). Pero defensivamente está lejos de lo aceptable. En los últimos cuatro juegos, y con la salvedad de que jugó dos tiempos suplementarios (esto es, cinco minutos más en cada uno de esos partidos), recibió 385 puntos en contra. Expresado de otra forma, permitió, en promedio, 96,3 puntos de sus rivales.
Al margen de que el oponente de hoy tiene una rica historia detrás pese a que no protagoniza una buena temporada, la importancia de un triunfo es mayor de lo que parece. La amplia ventaja que tenía Quilmes en el cuarto lugar de la tabla de posiciones de la Conferencia Sur se ha visto reducida drásticamente. Y hoy por hoy, apenas un triunfo lo separa del quinto, Argentino de Junín. Perder esa posición, eventualmente significaría, también, resignar la ventaja de localía en el primer cruce de play-off.
Si el conjunto de Luro y Guido obtiene esta noche un triunfo, conseguirá cierto alivio desde la fría matemática, pero también, un aliciente para su confianza, porque después tendrá que afrontar cuatro partidos seguidos como visitante: Atenas, Libertad, Sionista y Estudiantes de Concordia, antes de regresar a Mar del Plata y cerrar otra vez con los paranaenses -en Once Unidos- y el superclásico -en el Polideportivo- ante Peñarol.
Boca, como quedó expuesto, transita por una temporada con récord negativo (21 éxitos y 26 traspiés), pero el miércoles se dieron un gran gusto frente a Peñarol, al que vencieron merecidamente como visitantes. El «xeneize» no escapa a la irregularidad que han mostrado casi todos los equipos de la Liga (salvo, quizás, Quimsa, Regatas y en menor medida Obras), pero es un adversario de cuidado, y amenaza con potenciarse en los play-offs.
Frente al «milrayitas» apenas jugó el pivote Dillon Sneed, quien en sus dos partidos sólo ha promediado 5,2 minutos en cancha. Pero el perímetro tiene nombres importantes (Jonatan Treise, Lucas Faggiano, el puertorriqueño Isaac Sosa) y los juveniles colaboran para conformar un plantel de 9/10 jugadores en la rotación.
Fuente: La Capital