Fiel a la negación kirchnerista, la dirigente publicó una carta titulada «El día después» en la que intenta justificar sus errores y su falta de contacto con la realidad. Aquí no ha pasado nada y vamos por más.
La noche de la paliza electoral -más del 70% de los argentinos le había dado la espalda al Frente de Todos- desde el escenario montado en el alicaído bunker el presidente llamaba a «festejar la victoria», en lo que se volvió la primera muestra apabullante de su pérdida de contacto con la realidad.
Poco a poco el delirio fue apoderándose de todos los kirchneristas y en los días siguientes pudimos observar un conglomerado de dirigentes pasándose facturas, enviándose misivas explosivas, recorriendo redacciones con chismes y denuncias larvadas contra sus compañeros y dedicados de lleno a una antropofagia interna que ni se detenía a observar el efecto que semejante visión causaba en el país, en el mundo y en todos los indicadores que hacen a la calidad de vida de los argentinos.
Siguiendo aquella tónica de «la culpa es el otro», Fernanda Raverta difundió este lunes una dura carta dirigida a los afiliados, titulada “El día después”, en la que cuestionó al intendente Guillermo Montenegro, a quien acusó de “involucrarse en la interna” del juscialismo y repudió las “campañas sucias” que “proliferan en la ciudad desde 2019, cuando llegó al gobierno el intendente”.
Si tan solo se refería a la inmunda publicación de un libelo que la denigraba como mujer y se inmiscuía sin prueba ni sentido alguno en su vida privada, es claro que la titular de la ANSES tiene sobrados motivos para un enojo que toda persona de bien debe acompañar.
Pero suponer que el intendente pueda estar detrás de la maniobra pone su rabia en el terreno de la especulación política y ello no es bueno ni para la verdad, ni para la política ni para el respeto a la igualdad de género, que se debe construir sobre un cambio cultural sin dobles intenciones ni aprovechamientos.
Sostiene Fernanda que “más allá que la respuesta a eso ya transita los caminos legales, merece la pena una reflexión: no podemos naturalizar estas prácticas, ni en la política, ni en ningún plano de la vida”. Concepto que todos acompañamos sin dudar pero ella parece olvidar cuando, por mera conveniencia política y buscando disimular una fuerte resbalada electoral -y van…- da por cierta una versión que solo a ella le conviene para, justamente, ignorar el mensaje de las urnas y seguir adelante como si nada hubiese pasado.
En Mar del Plata “proliferaron este tipo de acciones desde el 2019, cuando llegó al gobierno el Intendente que sin ninguna duda trajo consigo estas prácticas que ya vienen ejercitando hace muchos años en la política de Capital. Acá no estamos acostumbrados a eso (por suerte), ni queremos estarlo”.
Pretende ignorar que la publicación de marras ya intentó maniobras semejantes con concejales, funcionarios y dirigentes de todas las fuerzas y de todas las actividades públicas, entre los que se encuentran varios pertenecientes a las huestes del oficialismo que Raverta quiere señalar ahora como responsable. Y que ciertamente ha sido el más apuntado por las escandalosas publicaciones…
Pero, al sostener que “fue la primera vez que en nuestra ciudad un intendente se involucra en una interna del partido justicialista” y que “puso toda la estructura municipal a trabajar en favor de una lista”, deja por fin en claro su verdadera intención: conseguir aire para ir una vez más, el año próximo, por una candidatura que hasta su propia gente le vuelve esquiva.
Tal vez por eso sostiene que “esto no alcanzó, pero además demuestra, que leyó correctamente, dónde está ‘su adversaria’. En este caso tampoco es bueno naturalizar y aceptar el ‘todo vale’”.
Y cierra -o pretende hacerlo- con la promesa de que “empieza una nueva etapa” dentro del Partido, “la del peronismo que confía en que tiene las mejores propuestas, los mejores hombres y mujeres” con “un peronismo que se anima a gobernar la ciudad” y que “pone el norte en función de mejorar la vida de todos y cada uno de los vecinos y vecinas, sean peronistas o no lo sean. Que tiene la mirada puesta en el año que viene, y los invita a todos y todas a sumarse con amor, elemento indispensable para llevar adelante las cosas importantes”.
Tal vez sería bueno que comenzara a desplegar esa suma amorosa para desentrañar las muchas denuncias por maltrato, persecución y abuso que en la repartición que ella dirige -y muy especialmente en Mar del Plata- florecen día a día de parte de empleados que son acosados y empujados a la renuncia por el único pecado de no ser parte de su espacio político. Y que en algunos casos llegan a niveles violatorios de derechos humanos esenciales…
Tras perder dos elecciones generales y ganar penosamente una interna partidaria en la que no dudó en repartir hasta la obscenidad dineros públicos, la insistente dirigente hace otro borrón y cuenta nueva, aquí no ha pasado nada y todo lo que viene será, ahora si, mucho mejor.
Pero eso sí…la culpa es el otro.