RELATO FOR EXPORT

El gobierno narra como un éxito diplomático argentino la aprobación de la resolución de la ONU sobre deudas soberanas. En realidad se trata de una más de las mentiras oficiales.

La Asamblea General de la ONU adoptó una resolución en la que pugna por el establecimiento de un marco jurídico multilateral para regular la reestructuración de la deuda pública de los países. Promovido por Bolivia en su calidad de presidente del G77 más China, el texto obtuvo 124 votos a favor, 11 en contra y 41 abstenciones.

No habían pasado más de dos horas cuando la presidente argentina utilizó una vez más la cadena nacional para presentar la cuestión como un éxito de nuestra política internacional y, como le es habitual, pretender sumar a su gobierno y a su época al pináculo del heroísmo universal.

Una mentira…otra mentira….una más.

En primer lugar, y tal vez lo más importante, la resolución no es vinculante, ya que la ONU no está habilitada para cambiar legislaciones nacionales. Eso quiere decir que quien quiera asumir la «recomendación» podrá hacerlo y el que no quiera abstenerse.

Y no es casualidad que los países que suponen los dos tercios del PBI mundial hayan votado en contra; y aquellos que representan el 80% del sistema financiero mundial hayan caminado en el mismo sentido.

Estos datos serían suficientes para entender lo inocuo de una declaración que supone apenas una expresión de deseos y tal vez un marco de referencia moral, pero no otra cosa.

Como ejemplo de lo que afirmamos queda el caso de Grecia. Siendo el más necesitado de un marco jurídico que lo saque de las garras de los acreedores, el país helénico optó por la abstención sabiendo que un voto por la afirmativa tensaría aún más la difícil relación con los países con los que está negociando y que por supuesto votaron en contra de la resolución.

Por lo tanto no es esperable que se produzca cambio alguno sobre la difícil situación que atraviesan los países endeudados que no tuvieron la prevención de incluir en sus acuerdos la cláusula que obliga a todos los acreedores a aceptar las decisiones tomadas por la mayoría , algo que hoy padece la Argentina en su diferendo con los holdouts.

Una vez más quedan en evidencia dos cuestiones casi inmodificables de la realidad: la incapacidad de la ONU para resolver con efectividad cualquier conflicto y la costumbre nacional de convertir en relato épico cualquier cuestión que se cruce.

Aunque sea algo sin utilidad alguna.