Si bien formalmente no hay un cambio de EEUU en su decisión de sancionar a Rusia por la anexión de Crimea, ambos presidentes podrían negociar el retorno del país centroeuropeo al G7.
Estados Unidos no ha cambiado de política respecto a las sanciones a Rusia ni reconoce la anexión de Crimea, pero no está excluido que el presidente Donald Trump en su primera cita formal con su colega ruso Vladímir Putin pueda abordar el retorno de Moscú al G7 (el club de siete países industrializados del que Rusia fue expulsada en 2014), según manifestó el asesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, el miércoles en una rueda de prensa en Moscú. Bolton se había reunido antes con Putin en el Kremlin.
Putin y Trump se reunirán en breve en un “cómodo lugar” en un “tercer país” y los detalles oficiales—lugar y fecha—se darán a conocer este jueves simultáneamente en Moscú y Washington, según informó Yuri Ushakov, asesor de política exterior de Putin, tras la entrevista entre el presidente y Bolton. Los dos mandatarios se reunirán seguramente alrededor del medio día, tendrán un encuentro privado, un almuerzo de trabajo y una conferencia de prensa, manifestó Ushakov.
Rusia fue expulsada del G8 a consecuencia de la anexión de la península de Crimea en marzo de 2014 y su política de apoyo al secesionismo en Ucrania. La línea de Moscú respecto a ambos temas no ha variado, aunque el conflicto bélico en el Este de Ucrania es de baja intensidad en la actualidad. Durante la última cumbre del G7 en Canadá, Trump abogó por el retorno de Moscú al G-7, a lo que se opuso la canciller alemana Angela Merkel, quien puntualizó que el retorno solo es posible si se se subsanan las razones por las que Rusia dejó de pertenecer a aquel club.
Para Putin, que no es un político aislacionista, la cumbre con Trump es una oportunidad de proyectar una imagen de poder internacional ante sus conciudadanos (en la línea de igualdad con EEUU en la que se situaba la Unión Soviética) y de intentar volver a las relaciones con occidente que Rusia mantenía antes de la crisis de 2014.
Sin embargo, más allá de los resultados de imagen y relaciones públicas que pueda producir la cumbre entre los dos mandatarios, las posiciones de ambos países están muy alejadas y el presidente Trump carece de libertad para llevar su propia línea respecto a Putin al margen del congreso y de la clase política de su país. Al margen de lo que diga Trump, EEUU no solo no ha rebajado o eliminado sanciones contra Rusia, sino que las ha aumentado. En abril pasado, la Administración estadounidense las hizo extensiva a los grandes empresarios rusos con negocios en EEUU.