Que el próximo presidente va a tener que hacer un fuerte ajuste nadie lo duda. Lo que está en juego es la libertad que va a tener para manejar el proceso y por el lado de Scioli ya están atentos.
Fuentes vinculadas al cristinismo señalan que Daniel Scioli, en caso de ganar las elecciones, tendría amplias facultades para nombrar su gabinete de ministros, una apreciación que demuestra que, según el actual gobierno, aquél sólo podría tomar decisiones propias cuando se lo permitan. Las miradas se dirigen al palacio de Hacienda, ya que es seguro que Axel Kicillof asumirá como diputado nacional y que ninguno de los notables de su equipo, los secretarios de comercio y política económica Augusto Costa y Emanuel Álvarez Agis, se quedarían en sus cargos.
Se habla entonces del contador Rafael Perelmiter, ex ministro de Economía de Buenos Aires y autor del fenomenal ajuste presupuestario bonaerense, además de muy vinculado a la familia Scioli.
Perelmiter sería un asesor importante pero para ministro está surgiendo el nombre de Dante Sica, titular de la consultora Abeceb, quien fuera secretario de industria cuando Aníbal Fernández fue ministro de esa área durante el gobierno de Duhalde, Sica es un economista heterodoxo y especialista en el Mercosur. Por otra parte, su perfil bajo lo favorece.
Un largo y desgastante ajuste
El segundo que cotiza para ministro es Levy Yeyati, titular de la consultora Elipsys, que fue economista jefe del Banco Central cuando lo presidía Mario Blejer, al igual que Aldo Pignanelli, que también es heterodoxo.
Pero el más sonado de los candidatos es Miguel Bein, aunque Kicillof lo fulminó, lo cual hoy no es ya tan importante. Lo que tendría en claro Scioli es la necesidad de eliminar retenciones a las economías regionales y las del trigo, bajar las del maíz y terminar con los ROE, es decir, los permisos para las exportaciones.
Otro tema importante es la actualización pendiente de las tarifas de transporte, electricidad y gas, aunque sea en forma selectiva y para los sectores medios. De lo que no hay duda es de que el atraso tarifario es muy grande. Por otra parte, la salida del cepo cambiario durará unos seis meses y más fácil sería eliminar el cepo importador.
En cuanto a las utilidades que las multinacionales no pudieron remitir a sus centrales, la normalización sería paulatina y posiblemente con bonos.
También se iniciaría una negociación con los holdouts con la intención de obtener un descuento importante. Se negociaría con distintos instrumentos, incluyendo un nuevo bono y después se apuntaría a acceder al mercado voluntario de deuda.
Previamente habría una devaluación del peso, en principio de un 25 o 30%, un poco por debajo del valor del blue, que ayer quedó en $13,40. Así las cosas, el cristinismo sabe que no queda más remedio que ajustar y quiere que Scioli pague el precio, para que se desgaste rápido.
Paradójicamente, los antecedentes de Carlos Menem y Eduardo Duhalde demuestran que los presidentes que ajustan pueden llegar a contar con el apoyo de la población, que en realidad es conciente de estar viviendo una fiesta que no se puede prolongar indefinidamente.