«SALOMÉ» CRISTINA Y LA CABEZA DE «JUAN EL PIEDRISTA»

Como en la cita bíblica la vicepresidente sigue moviendo la estructura del estado para encontrar a quien, según ella, armó la violenta jornada para agredirla y destruir su despacho. Y «Herodes Albertas» corrió a llevársela.

Cuenta la leyenda bíblica que el día del cumpleaños de Herodes Antipas, la joven hija de su esposa Herodías, Salomé, bailó ante su padrastro y tanto agradó al tetrarca que este le permitió escoger un regalo, el que ella deseara. Herodías se apresuró a hablar con su hija y la convenció para exigir uno en especial: la cabeza de Juan el Bautista.

El poderoso tetrarca de Galilea, aún a disgusto y con temor a la reacción del pueblo, terminó accediendo: mandó a decapitar a Juan y obsequió su testa a la caprichosa niña en una bandeja de plata.

Algo parecido a lo que ocurre en esta triste Argentina de los sainetes políticos por esta horas: entre videos y berrinches, armados y escenografías berretas, Cristina Fernández de Kirchner pretende que la violencia frente al Congreso en ocasión del debate por el acuerdo con el FMI estaba dirigida a ella, que todo fue un armado para agredirla y que el gobierno nada hizo para evitar los hechos.

Según su tropical imaginación, la deuda con el organismo se tomó para justificar un posible default, generar la larga negociación, montar una propuesta…y tirarle un par de piedras para amedrentarla.

En principio, y como maquinación, un poco exagerado.

Pero, maestra del relato, la vicepresidente logró por estas horas tomar la centralidad, desviar la discusión acerca de la defección de sus seguidores al momento de asumir responsabilidades institucionales, despertar la sospecha de la sociedad acerca de un movimiento de pinzas pergeñado para vaciar de todo poder al gobierno de su ex socio Alberto Fernández y sobre todo alejar su imagen de un sorpresivo y sorprendente silencio posterior a aquella jornada en la que el país se jugaba la continuidad de una historia de la que ella no es ajena.

La reacción del gobierno fue, como no podía ser de otra forma, de una debilidad que roza el patetismo: explicaciones, comunicados, trascendidos de genuflexión inmediata y visita de toda la plana mayor, jefe de gabinete incluido, para jurar a la ofendida dama que todo se estaba haciendo para detener a los culpables de semejante sedición organizada.

Y claro…un par de perejiles detenidos que seguramente estaban allí tirando piedras al boleo sin siquiera saber si ese edificio era el parlamento argentino o la casa del juez de línea que había cobrado mal un off side en Sacachispas-Cañuelas el sábado anterior.

Pero la nueva Salomé quería la cabeza de Juan el Piedrista y Herodes Albertas no estaba dispuesto a negársela.

¿La bandeja de plata?…somos todos nosotros.