(Redacción) -Con un planteo correcto y ordenado San Lorenzo logró deslucir el juego de un Real que no pudo marcar claramente su superioridad. Pero no alcanzó y fue derrota 2-0
Un primer tiempo casi perfecto, si por perfección entendemos no dejar jugar al rival. Y eso es lo que salió a hacer San Lorenzo y vaya si lo consiguió.
El Real no podía acercarse con riesgo al área de Torrico y sus únicas posibilidades llegaron por pelotas paradas producto de tiros libres cobrados por al árbitro Walter López (Guatemala) que pareció superado por la importancia del partido y la presión de las figuras del equipo español.
A los 35′, Bale envió un córner y Sergio Ramos apareció por el centro del área chica para marcar, de cabeza, el 1 a 0. Mario Yepes perdió la marca y el defensor español, reconocido por su buen juego aéreo, metió un frentazo que fue inatajable para Torrico.
San Lorenzo intentó recuperarse con más empuje que claridad. Jugó con pelotazos largos para Cauteruccio y subidas por los laterales de Más y Buffarini. Las llegadas que logró fueron aisladas y no generaron peligro en el arco de Casillas.
Así se fue un primer tiempo anodino en el que tan sólo una distracción evitó que el Ciclón lograra su primer objetivo que era evitar que los merengues se pusieran en ventaja.
Segundo tiempo
En el arranque del segundo tiempo, San Lorenzo salió concentrado y con el objetivo de llegar rápido al empate. Pero cuando Real Madrid se hizo cargo otra vez del juego, el equipo de Bauza salió perdiendo. A los cuatro minutos, tras una pared con Benzema, lo tuvo Cristiano Ronaldo pero fue a los cinco minutos cuando el campeón de Europa llegó al segundo gol. El Ciclón perdió la pelota en la salida, el conjunto español hizo una buena jugada colectiva, Bale disparó de zurda, Torrico tuvo una mala respuesta, se le escurrió la pelota y por eso no pudo evitar el 2-0.
A partir de ahí se dió un partido raro. El Real comenzó a administrar el esfuerzo mientras San Lorenzo dudaba entre ir a buscar el partido, y arriesgarse a una goleada histórica, o conformarse con una derrota digna que desmintiese a quienes en la previa descontaban que iba a comerse una goleada.
La entrada de Romagnoli le dio al equipo más tenencia de pelota y algún control en la mitad de la cancha, aunque para nada fue determinante para cambiar el destino de un partido que ya estaba sentenciado.
Los madrileños bajaron el ritmo a su expresión más baja, se dedicaron a cuidar la pelota y dejar pasar los minutos y dejaron la sensación de que desde el «no hacer» manejaron a su antojo el partido.
El aburrimiento sólo se rompió a los 38′ cuando un tiro desde afuera de Kalinski obligó a una difícil intervención de Iker Casillas quien tiró la pelota al córner volando hacia su derecha, y sobre el final otro remate de Buffarini que salió apenas desviado.
Los azulgrana tampoco imprimieron a su juego una agresividad propia de un equipo que está perdiendo una final del mundo y así, entre toques intrascendentes y algún tibio intento de los argentinos por achicar el tanteador, se fue un partido que seguramente será mucho más recordado por el fervor previo que por lo ocurrido en los 90 minutos en la cancha..