Santa Cecilia: un capricho de Arroyo que bordea la estupidez

Por Adrián FreijoEl intendente decretó que los docentes municipales no tendrán asueto como el resto del personal de la comuna. Un capricho que contradice sus decisiones anteriores.

El intendente Carlos Arroyo dispuso no concederle asueto al personal de la Secretaría de Educación, por lo que este jueves, al celebrarse el Día de Santa Cecilia, todos los establecimientos educativos pertenecientes a la comuna deberán permanecer abiertos.

Asimismo, en base a la resolución N 1520/17 de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires donde se aprueba el calendario escolar 2018, se informa que se exceptúa de este asueto administrativo al personal docente y no docente que presta servicios en los establecimientos educativos municipales, por lo tanto se dictarán clases en las escuelas municipales en todos sus niveles y modalidades.

Cabe destacar -continúa diciendo el comunicado emitido por el intendente-  que el sistema educativo municipal se encuentra integrado al sistema educativo provincial con el del conjunto de la Nación y de las otras jurisdicciones, como parte integrante de un único sistema educativo. Como parte integrante de un sistema, todo el personal dependiente de la Secretaría de Educación Municipal debe encuadrarse en la legislación vigente.

La resolución 795/18 del Ministerio de Gobierno de la provincia de Buenos Aires solicita exceptuar a las instituciones dependientes de los feriados y asuetos municipales que se declaren no laborables, motivo por el cual todas las instituciones educativas municipales dictarán clases con normalidad durante la jornada de mañana. 

Se termina así de un plumazo una tradición, otra más, que desde hace décadas ara asumida con normalidad por todos los gobiernos municipales. Inclusive aquellos que no responden a principios confesionales -radicales y socialistas- mantuvieron una costumbre enraizada al respeto que como ciudad los marplatenses debemos a nuestra Santa Patrona; continuando así con lo que es norma común en las grandes y pequeñas ciudades de la Argentina.

Es bueno recordar la fuerte comunión existente entre la figura de Santa Cecilia y la historia marplatense. Comunión que explica y justifica la fiesta patronal de la que ahora quedan fuera los docentes municipales.

El fundador de la ciudad de Mar del Plata, Patricio Peralta Ramos, fue quien dispuso la construcción de la Capilla de Santa Cecilia, inaugurada en 1873 y puesta bajo la advocación de la mencionada Santa. Podemos decir que la Capilla fue la piedra fundamental de Mar del Plata, pues el trazo inicial de los planos del pueblo, al fijar el rumbo de las calles, partió del frente de la Capilla, el edificio más importante en ese momento. Como vemos es anterior a la fundación de Mar del Plata. Es por esa causa que fue declarada Monumento Histórico Nacional el 17 de mayo de 1971. Atento a todos estos antecedentes, Santa Cecilia fue entronizada como Patrona de la ciudad y así, todos los 22 de noviembre, se celebra el Día de la Santa.

Es la misma capilla que el jefe comunal utilizó como «escondite» cuando limitó los actos de conmemoración del hito fundacional con una misa no anunciada y a puertas cerradas en el lugar, tratando de huir de una exposición pública que le resultaba imposible por la cantidad de agravios volcados sobre diferentes sectores de la comunidad.

Algo que sorprende aún más es el hecho que el propio Arroyo pareciera descubrir recién ahora que el feriado no debe alcanzar a los docentes. Justo cuando arrecia el conflicto y los hechos ponen en evidencia la intención del gobierno comunal de provincializar la educación municipal, poniendo fin a una de las experiencias más exitosas de la materia en todo el país.

Una provocación, otra más, que vuelve a calificar el accionar de un intendente perdido en sus propias cavilaciones, empujado al conflicto por un grupo de amanuenses -funcionarios y periodistas- que llenan sus bolsillos con los fondos públicos y entretienen al personaje convenciéndolo de ser protagonista de una cruzada que cada día se parece más a la lucha de Don Quijote contra los molinos de viento.

Claro que «el ingenioso hidalgo» tenía al bueno de Sancho para empujarlo hacia la razón y en todo caso emprendía sus aventuras con los pocos doblones que atesoraba en su bolsillo…y que por cierto le pertenecían. Zorro Uno solo cuenta con el empuje acosador de otro gordito, menos gracioso y chispeante, por cierto muy lejos de la lealtad del fiel escudero imaginado por Cervantes.

Y su enemigos no eran docentes ni santas patronas…