¿Cansaron las consignas forzadas por las minorías?

RedacciónLo ocurrido con la actriz Mercedes Moran, abucheada en el Teatro Colón al pretender incluir consignas feministas en una función de ópera, ayuda a reflexionar sobre lo que está cambiando en el país.

 

El Festival de Cine de Mar del Plata de 2018 arrancó con abucheos al secretario de Cultura de Nación que por esos años era Pablo Avelluto. Una sala colmada por grupos feministas, por entonces en plena militancia para conseguir la aprobación de la ley del aborto, aprovechó la ocasión para volcar en forma de repudio su inocultable militancia kirchnerista.

De otra manera no puede entenderse la actitud de repudio al representante de un gobierno que había resuelto hacer lo que durante 12 años se negaron a aceptar tanto Néstor como Cristina Kirchner: habilitar el debate parlamentario de la cuestión de la interrupción voluntaria del embarazo y además dejar a sus representantes en libertad para elegir que postura era más afín a sus principios y conciencia.

La actriz Mercedes Moran, presente en la sala, sostuvo que lo que le había ocurrido al ministro «es algo a lo que los políticos se exponen cada vez que hacen una aparición pública. Estamos todos dentro de una estructura de un modelo patriarcal, donde el poder y la sabiduría, la inteligencia y la fuerza la tienen los hombres. Así que no hay posibilidades de escapar a estas cosas» afirmó.

Hace pocos días, durante una función de ópera del Teatro Colón, la actriz subió al escenario para hablar acerca de feminismo y otras cuestiones de género. El abucheo de todo el público llegó a tal magnitud que Moran debió abandonar su intento y ni siquiera pudo presentarse al saludo final. ¿La conformará ahora que le digan que ese repudio es al que se exponen quienes representan una determinada línea de pensamiento?, ¿o será de los que creen que abuchear a quien no comparte mis ideas es un acto de protesta pero cuando el repudiado soy yo se trata de una agresión fascista?.

Algo está cambiando en la Argentina. La sociedad rompió la cuarta pared de su realidad y quiere ahora participar activamente de toda puesta en escena. Se terminó el grosero espectáculo de las minorías imponiendo a las mayorías, con la fuerza del estado como cómplice, pensamientos, consignas y hasta leyes que no están en el interés de los argentinos.

Bienvenida la militancia, bienvenida la defensa de los derechos de todos los argentinos, bienvenida la diversidad y el respeto a las minorías. Pero basta de iluminados y propagandistas -generalmente bien pagos por el poder de turno- que se sienten con derecho a imponer a los demás lo que los demás no tienen interés en escuchar o directamente agrede sus más íntimas convicciones.

Está bueno esto de que las mayorías dejen de ser silenciosas…porque si lo son, no sirven para nada.